Se calcula que la mitad de los migrantes que cruzan por México son mujeres. Buscar mejores oportunidades laborales, escapar de la inseguridad en los países o de la violencia en sus casas y barrios, y lograr una mejor calidad de vida para sus hijos son los motivos que las hacen dejar sus países y, muchas veces, a sus hijos.
El rostro de la mujer migrante
Hace una década, se calculaba que entre el 20 y 30 por ciento de los migrantes que cruzaban México eran mujeres. Actualmente, según cálculos del Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi) la cifra se eleva al 50 por ciento. La mayoría de ellas son madres.
En el 2007, ese Instituto realizó un estudio en las estaciones migratorias y encontró que seis de cada 10 mujeres centroamericanas dejaron en sus países de origen a sus hijos, la mitad menores de 5 años de edad.
Sin embargo, como lo muestran los testimonios de Isabel Aguilar e Ingrid, escuchados en el Albergue de Saltillo, esa cifra estaría moviéndose a partir del año 2013 cuando comenzó a elevarse la migración de madres centroamericanas con hijos a Estados Unidos, por dos fenómenos: huir de la violencia en sus lugares de origen y lograr una estancia legal en el país del norte.
Las mujeres migran por muchas razones: buscar mejores oportunidades laborales, escapar de la inseguridad en los países o de la violencia en sus casas y barrios, y lograr una mejor calidad de vida para sus hijos.
En promedio tienen 27 años de edad, casi todas -9 de cada 10- son madres solteras y la mitad tiene estudios de al menos un grado de secundaria. Casi todas cuentan con algún conocido o familiar que las espera en Estados Unidos.
Su viaje
Las mujeres migrantes que transitan por el país buscan en su mayoría llegar a Estados Unidos, el 80 por ciento de ellas logran llegar a la frontera norte de México después de recorrer Chiapas, Veracruz, Tabasco, Oaxaca y Tamaulipas.
Por seguridad, el 70 por ciento de ellas viaja acompañada por algún familiar o conocido, la mitad contrató a un pollero para realizar su recorrido.
La mayor vulnerabilidad que enfrentan en relación a los hombres las obliga a buscar rutas más seguras: si es posible escapan a las vías del tren y optan por las carreteras, el 90 por ciento utilizó un autobús en algún tramo de su trayecto por México.
Los riesgos del camino
Las mujeres migrantes huyen de la violencia en sus países de origen y la encuentran también en el territorio mexicano. Violencia que llega de autoridades, criminales y ciudadanos para quienes ellas son mera mercancía.
El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) acudió a las estaciones migratorias para entrevistar a mujeres y conocer el impacto de la violencia durante su cruce por México. Encontró que casi todas ellas, 89 por ciento de las mujeres entrevistadas, sufrió alguna agresión, pero que seguirían su viaje sin denunciar los daños. Ante esa violación a sus derechos y la impunidad del Estado, ellas han asumido su cruce por el país como un sacrificio y los agravios en su contra como una cuota que deben pagar para alcanzar su sueño.
En entrevistas que realiza periódicamente para conocer sus condiciones de su salud sexual y reproductiva, el INSP encontró que una tercera parte ha mantenido relaciones sexuales a cambio de “favores” como transporte, alimentación, protección o dinero. El estudio señala que 8 por ciento ha sufrido abuso sexual.
Contrastando las estadísticas de agresiones contra deportaciones, es más probable que una mujer migrante sufra una agresión a que sea deportada: el 14 por ciento de los deportados por el Instituto Nacional de Migración son mujeres; el 30 por ciento de las mujeres entrevistadas por el INSP dijo ser víctima de violencia durante su cruce por México.
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