México estrenó su nuevo acuerdo migratorio con Cuba –en vigor desde mayo pasado- y expulsó a un grupo de 88 ciudadanos de ese país desde el aeropuerto de Tapachula. El INM dice que fue un “retorno asistido”. Organizaciones civiles le llaman expulsión del país.
La realidad alcanzó a la migración cubana que ingresa irregularmente a México.
El Instituto Nacional de Migración (INM) deportó el viernes 12 de agosto a 88 migrantes de Cuba, a quienes trasladó en un avión fletado desde el aeropuerto de Tapachula, Chiapas.
La expulsión, que el INM llama “retorno asistido”, ocurrió después que la embajada de la isla los reconoció como ciudadanos de su país. De los trasladados 72 eran hombres y 16 mujeres.
Los migrantes se habían entregado al gobierno mexicano para solicitar un oficio de salida, que les permitiría cruzar el país hasta la frontera con Estados Unidos según denunció la organización Movimiento Migrante Mesoamericano.
Hasta abril pasado el gobierno mexicano había entregado este documento –que funcionaba como salvoconducto para evitar la deportación- pero esta vez negó el trámite.
Esta es la primera deportación de ciudadanos cubanos desde que en mayo pasado entró en vigor el Memorándum de entendimiento en materia migratoria, firmado en noviembre de 2015 durante la visita de Estado del presidente Enrique Peña Nieto a Cuba.
Se trata de una enmienda a un acuerdo migratorio anterior establecido en los años 80, y que básicamente establece protocolos y reglas para la deportación de migrantes irregulares hacia la isla.
Durante décadas el documento se mantuvo virtualmente sin aplicación, pues los distintos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) no devolvían a los cubanos a su país.
Cuba tampoco los reclamaba. El tema formaba parte de un acuerdo no escrito de “dejar hacer, dejar pasar” en materia migratoria, y que básicamente consistía en que México permitía el libre tránsito de su territorio a casi todas las personas en viaje a Estados Unidos.
Una costumbre que se mantuvo incluso durante las administraciones del derechista Partido Acción Nacional (PAN), cuando las relaciones diplomáticas entre ambos países se congelaron.
La historia cambió en 2014 cuando Barack Obama, el presidente de Estados Unidos, declaró que existía una crisis humanitaria por la llegada de unos 60.000 niños y adolescentes centroamericanos a su país.
El gobierno del mexicano Enrique Peña Nieto estableció el Plan Frontera Sur para contener el flujo de extranjeros en la frontera con Guatemala.
Y un año después actualizó el acuerdo migratorio con Cuba.
No está claro quiénes fueron los cubanos deportados por México, ni tampoco el tiempo que habían permanecido en el país.
El INM no informó el sitio donde permanecieron durante el período en que la embajada cubana hizo el reconocimiento de ciudadanía.
El Movimiento Migrante Mesoamericano asegura que en la deportación participaron las policías Federal y la de Chiapas, así como agentes del Grupo Beta.
El objetivo fue “controlar las acciones de protesta e inconformidad de los cubanos”, señala la organización civil.
Los ciudadanos expulsados esperaban recibir el mismo trato de otros 4.000 connacionales suyos al inicio de 2016, quienes se habían quedado varados en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua.
Los migrantes abandonaron la isla después que La Habana y Washington normalizaron sus relaciones, suspendidas desde 1959.
Los cubanos entendieron el acuerdo como el fin del privilegio que les permitía aspirar a la ciudadanía estadunidense con sólo pisar el territorio de ese país, algo conocido por décadas como la política de “pies mojados, pies secos”.
Miles abandonaron Cuba tras el deshielo diplomático. La mayoría viajó a Ecuador –que en ese entonces no les solicitaba visa- y de allí siguieron camino hacia el norte hasta que Nicaragua les cerró la frontera, en diciembre de 2015.
Un acuerdo regional les permitió seguir el viaje a través de un puente aéreo desde Centroamérica a México, que les entregó a todos una orden para abandonar el país antes de 25 días el cual les permitió entregarse a las autoridades migratorias de Estados Unidos.
Pero eso es historia. La deportación de los 88 cubanos desde Tapachula es el crudo despertar del sueño cubano.