Este lunes iniciaría el despliegue de 6 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala, pero en Chiapas nadie parece estar enterado. La frontera es porosa y vital como siempre, los militares operan de manera ordinaria y las autoridades municipales atienden sus problemas cotidianos. Nadie termina de entender de qué tratará la nueva política migratoria
Texto: José Ignacio De Alba
Fotos: Isaac Guzmán
SUCHIATE, CHIAPAS.- El guatemalteco Fernando Hernández fue a entregarse a la Estación Migratoria Siglo XXI de Chiapas para que lo devolvieran a su país, pero las autoridades mexicanas no quisieron detenerlo. Así que el muchacho tuvo que ir al río Suchiate para deportarse solo. Se embarcó en una balsa para cruzar la afluente que divide a México de Guatemala y desde allí el inmigrante gritó de coraje: “hijos de su pinche madre los de migración”.
El día en que Hernández se autodeportó el gobierno mexicano reforzaría la seguridad en la frontera con Guatemala con 6 mil elementos de la Guardia Nacional. En teoría los integrantes de la nueva policía se integrarían a personal de la Policía Federal y el Instituto Nacional de Migración para ayudar a contener la migración que llega del sur. Pero en Chiapas poco detuvo al vibrante paso de personas.
El río Suchiate amaneció cargado de lancheros que navegan por debajo del puente que une oficialmente a Guatemala con México. Por el pase legal algunos se forman, pero en el agua cientos de personas cruzan ilegalmente de un país a otro. Comerciantes que traen al lado mexicano principalmente verduras frescas, mientras que a Guatemala llevan abarrotes.
Familias enteras, televisores, bicicletas, detergentes, perros, cerveza mexicana, ventiladores, colchones, todo cabe en las balsas. El Suchiate no divide nada, es más fácil ir por el río que por el pase legal, a los lancheros les importa un comino cómo se llamen o si portan papeles. Por 25 pesos cualquiera llega a México.
El balsero Cristian Alvarado trabaja en el Paso del Coyote, Ciudad Hidalgo, cruza gente y mercancías de forma ilegal por el río. Se le pregunta si le preocupa que hoy se empiece a desplegar la Guardia Nacional en la frontera, pero el muchacho está más preocupado de que las lluvias torrenciales hayan crecido el río. Se queja porque tiene que remar más por la misma paga.
Sonia Eloina Hernández, la presidenta municipal del municipio de Suchiate, dice en entrevista sobre el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur: “Estamos esperando a la Guardia Nacional posiblemente hoy, mañana o pasado mañana […] no sabemos cómo va a estar, no sabemos a ciencia cierta sobre el despliegue. Lo único que reconozco al cien por ciento es la decisión del mi presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, un hombre de corazón bueno, nosotros aquí en Suchiate lo amamos”.
Las preocupaciones de la presidenta municipal de origen morenista giran entorno a un asunto: que la política del gobierno federal en la frontera no afecte a las abarroterías que venden al mayoreo.
La mujer explica que el municipio de Suchiate vive esencialmente de vender productos a Guatemala, aunque algunos pasen de forma ilegal. Por eso, dice, la “Guardia Nacional debería enfocarse a tratar el tema de la migración, porque si no, se puede afectar a los comerciantes”.
Además de ser presidenta municipal Eloina tiene una tienda de abarrotes. Así que la mujer recomendará en reuniones que la Guardia Nacional se despliegue en las carreteras para detener migrantes y no en la orilla del Suchiate porque “seríamos afectados los comerciantes”.
El teniente de caballería del Ejército Rogelio Bustos, encargado de la base de operaciones del municipio fronterizo Ciudad Hidalgo, rechaza una entrevista pero confía a los reporteros que “nosotros no sabemos nada de la Guardia Nacional”. Luego cuenta que hoy esta base opera de forma normal.
Uno de los militares encargados del apoyo a la Estación Migratoria Siglo XXI explica que no están seguros de cuándo les llegarán los brazaletes de la Guardia Nacional. Y a la pregunta de si recibirán capacitaciones, el militar responde: “nosotros ya estamos capacitados, en derechos humanos y en el uso de la fuerza”.
Este día se pudo constatar un retén donde elementos del Instituto Nacional de Migración, la Policía Federal y el Ejército detuvieron migrantes que viajaban en transporte público en las carreteras cercanas a Tapachula. Pero estas tareas no son excepcionales y no atienden al despliegue anunciado.
El gobierno mexicano contempla que operen 23 coordinaciones de la Guardia Nacional en la frontera sur del país.
El canciller Marcelo Ebrard aseguró la semana pasada que este lunes 6 mil elementos de la Guardia Nacional se desplegarían en la frontera de México para contener la migración que llega del sur. El anuncio se hizo mientras el gobierno mexicano negociaba con la administración de Donald Trump para que Estados Unidos no aplique aranceles a productos mexicanos.
Pero esas negociaciones quedan muy lejos de las ocupaciones cotidianas de la gente que vive en esta frontera. Aquí, en el Suchiate, nadie parece entender de qué tratará la nueva política migratoria que se acordó en el norte. Y a nadie, tampoco, parece importarle.
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