Desplazados de Guerrero piden asilo a Estados Unidos


marzo 25, 2019

Desde hace un año, el número de guerrerenses que huyen de la violencia en sus comunidades se ha incrementado en la frontera de Tijuana, con la intención de pedir asilo en Estados Unidos.

Por: Kau Sirenio Pioquinto

Desplazados de Guerrero piden asilo a Estados Unidos

Desde hace un año, el número de guerrerenses que huyen de la violencia en sus comunidades se ha incrementado en la frontera de Tijuana, con la intención de pedir asilo en Estados Unidos.

Por: Kau Sirenio Pioquinto


El desplazamiento forzado de habitantes de Guerrero no se refleja sólo en las personas que hace más de un mes se han instalado frente al Palacio Nacional en la Ciudad de México. Desde hace un año, el número de guerrerenses que huyen de la violencia en sus comunidades se ha incrementado en la frontera de Tijuana, con la intención de pedir asilo en Estados Unidos.

Texto: Kau Sirenio 
Fotografía: Duilio Rodríguez

La falta de atención por parte del gobierno de Guerrero al problema de desplazamiento forzado por la violencia en la sierra y Tierra Caliente orilló a cientos de guerrerenses a trasladarse a la frontera de Tijuana, Baja California, para solicitar asilo político en Estados Unidos, proceso que puede durar hasta 90 días.

En lo que esperan la respuesta del gobierno estadounidense, familias completas pernoctan en los albergues que coordinan distintas organizaciones civiles de ambos lados de la frontera.

“El gobierno de Guerrero no está prestando atención a lo que está pasando con la gente que vive en las comunidades rurales; parece que no les importan los niños ni las mujeres que han tenido que abandonar el país ante la violencia tan atroz que se está viviendo”, denuncia la activista Lourdes Lizardi, conocida como Lulú, de Alianza Migrantes en Tijuana.

José María García Lara, coordinador del albergue Juventud 2000, dice que de abril de 2018 a la fecha han llegado entre 25 y 30 familias a Tijuana.

“Vienen de diferentes comunidades de Guerrero; al momento de registrarlos nos damos cuenta que la mayoría proviene de la Sierra y Tierra Caliente. A veces el número de refugiados sube hasta 30 personas al mes. Están llegando cada semana. Vienen sin dinero ni documentación; estamos hablando de que están huyendo, por lo que salen con lo que llevan puesto. En los albergues permanecen de 15 a 20 días, mientras hacen trámite en las aduanas de Estados Unidos para buscar asilo humanitario”, explica el activista conocido como Chema.

Entrevistados por separados, Lulú Lizardi y Chema García coinciden en que la principal causa de la migración interna en los últimos años es la violencia y el despojo de la tierra, y que el hambre ha obligado a cientos de familias a buscar refugio en otros estados de la República o en su caso en Estados Unidos.

“Lo que sucede allá en Guerrero es muy grave; si no fuera así, entonces la gente no abandonaría su familias y tierras para venir a sufrir en los albergues. El problema radica en que los tres niveles de gobierno no le están poniendo atención a lo pasa en la zona apartada de las ciudades. Es por eso por lo que comunidades enteras se desplazan. Esto no es propio de México, sino que pasa en los países centroamericanos como Honduras, El Salvador, Guatemala y Haití”, denuncia la activista.

Lulú dice que uno de los principales factores que intervienen en el fenómeno migratorio en el sur de México y Sudamérica se debe a la violencia sistemática que los gobiernos ejercen sobre las comunidades para imponer los megaproyectos, con la intervención del crimen organizado.

“Estamos viviendo una de las peores tragedias en el mundo. Por donde quiera hay desplazados. Y lo peor es que se ensañan con tanta crueldad con la gente; lo más triste de todo esto es que lo hacen los más desprotegidos, como son los campesinos. Al gobierno no le importa que maten a familias completas, se volvió cómplice de los civiles armados que andan acechando en la Sierra y Tierra Caliente. El gobierno de Guerrero no hace nada para contener esa violencia, pareciera ser que no le importan los muertos, los desaparecidos, los heridos y los desplazados. Es tanta la violencia que esto se ha vuelto inhumano”.

Desde diciembre de 2018, Lulú denunció la opacidad del gobierno de Guerrero, y dijo que la corrupción y la impunidad son elementos perfectos para silenciar a los campesinos guerrerenses que son despojados de sus tierras.

De acuerdo con el flujo de migrantes que huyen hacia el norte, la activista señala que otras entidades que destacan son Michoacán y Colima.

Desde 2003, el número de migrantes en Tijuana ha ido en incremento, con personas de todo el mundo por la violencia e inseguridad en sus lugares de origen.

“Los de Guerrero empezaron a llegar a Tijuana porque en sus asentamientos no hay empleo, pero en los últimos años se triplicó por la ola de violencia que se vive allá. Ahora viene toda la familia, por el terror. En los tres últimos años se ha incrementado el número de niños migrantes que llegaron con sus padres, por lo que asumimos que 2018 fue el año que más niños se desplazaron de sus comunidades”.

La gran ola de migrantes de Guerrero comenzó a principios de 2018, por lo que los 20 albergues fronterizos coordinados por asociaciones civiles se mantuvieron llenos, además de los que son encabezados por iglesias. Muchas de esas familias, añade Lizardi, alcanzaron la protección del gobierno estadounidense.

En Tijuana, el tránsito migratorio no es sólo de sur a norte, sino también de norte a sur. Ahí llegan los mexicanos deportados, que según Lourdes Lizardi, ascienden a 55 mil o 60 mil al año, de los cuales algunos regresan a sus comunidades pero oros caen en manos del crimen organizado.

“Los migrantes son los más vulnerables”, explica.

Chema García Lara lleva años trabajando con migrantes en tránsito en Tijuana y coordina el albergue Juventud 2000.

“En otros albergues también hay guerrerenses. Desde que empezaron a llegar también poco a poco lograron entrar a Estados Unidos, porque cumplen con el perfil de asilados por violencia en sus países, en el caso de Guerrero”, explica.

García calcula que cada mes alrededor de 40 personas que huyen de a violencia en sus comunidades ingresa a Estados Unidos

“Todos buscan protección del gobierno de Estados Unidos, porque el gobierno de Guerrero y el de México son omisos ante la ola de violencia ahí. Y esto lo vemos aquí. En este año nos recortaron todo el presupuesto que se destinaba para atención a migrantes”, lamenta, “en el caso del presidente, no tiene una disposición efectiva. Sin embargo, la gente está llegando y sigue entrando a Estados Unidos a pedir el asilo; porque no han cerrado la puerta para pedir asilo tanto a mexicanos como a centroamericanos”.

Además de la organización Juventud 2000 en Tijuana hay otras ocho organizaciones sociales reconocidas, y otras tantas sin tanto reconocimiento, pero que están trabajando en la zona fronteriza.

“Aquí atendemos a desplazados internos, migrantes de otros países y a los deportados de Estados Unidos. Diario está saliendo un promedio de 120 y 130 personas y eso nos complica más, porque no tenemos recursos; lo que nos ayuda mucho son las donaciones de vienen de organizaciones binacionales de California”, dice.

Otros apoyos que reciben estos albergues son donaciones en especie, provenientes de California, y el respaldo de un grupo de jóvenes altruistas y organizaciones religiosas.

“La gente llega con muchas necesidades: alimento, ropa y calzado. La gran mayoría no tiene los recursos necesarios, por eso buscan un albergue para permanecer mientras resuelven su situación migratoria. Las personas salen de sus comunidades sin nada, más que la ropa que traen puesta”, dice.



Kau Sirenio Pioquinto