Caravana de Madres. Día 1. El primer reencuentro


diciembre 1, 2015

Fotos y texto de Ximena Natera Tenosique, Tabasco (30 de noviembre de 2015) .- Jorge no recuerda si se despidió de Paulina, su madre, o no. Tenía 16 años, sus amigos lo habían convencido de tomar camino al norte y […]

Por: Ximena Natera

Caravana de Madres. Día 1. El primer reencuentro

Fotos y texto de Ximena Natera Tenosique, Tabasco (30 de noviembre de 2015) .- Jorge no recuerda si se despidió de Paulina, su madre, o no. Tenía 16 años, sus amigos lo habían convencido de tomar camino al norte y […]

Por: Ximena Natera

Fotos y texto de Ximena Natera

Tenosique, Tabasco (30 de noviembre de 2015) .- Jorge no recuerda si se despidió de Paulina, su madre, o no. Tenía 16 años, sus amigos lo habían convencido de tomar camino al norte y llegar a Estados Unidos. “No esperaba dilatarme tanto”, dice ahora.

Su viaje terminó pocos días después, cuando sus compañeros lo dejaron solo en la carretera hacia Playa Catasajar, en Chiapas. Asustado, pasó una semana haciendo la limpieza en un bar. El dueño le ofreció refugio, comida y un poco de dinero, mientras el joven se decidía entre volver a Honduras o seguir al norte.

Nunca se fue, ni regresó. Aunque los primeros meses llamó a su madre y hermanos, perdió comunicación poco después de los dos años. “Uno es joven… Fue un error mío” dice Jorge. Cuando volvió a llamar, los teléfonos de su hogar en Talanga, Honduras, estaban desconectados; su familia se había mudado y Jorge no volvió a saber nada de ellos hasta muchos años después, cuando un vecino en Playa Catasajar le enseñó una vieja foto de él publicada en un periódico local: Paulina Elvir Gómez suplicaba en el anuncio por alguna pista del paradero de su hijo.

Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoamericano, la organización que contactó a la familia de Jorge y coordinó la búsqueda, llegó a su taller pocos días después y habló de su celular a Honduras. Del otro lado contestó Paulina:

–¿Porqué me olvidaste hijo?– alcanzó a decir la mujer, de 60 años.

–Lo siento mucho, mucho, mamá– respondió Jorge.

***

En el primer día de la Caravana de Madres de Migrantes Desaparecidos, Jorge se reunió con su familia, a la que no había visto en 16 años. Sin embargo Paulina no llegó en el camión con las otras 40 madres. La emoción y ansiedad por volver a ver a su hijo le dispararon la presión y la familia decidió cancelar su viaje. En su lugar llegó Iris, hermana menor de Jorge. Es una joven de 25 años, cara aniñada, ojos grandes, pestañas que rasguñan los cristales de sus lentes y pecas espolvoreadas sobre la nariz.

“La última vez que la vi, era pequeñita, me seguía a todos lados, se amarraba un trapo a la cabeza y decía que quería ser monja”, ríe Jorge, y aunque tiene miedo de no reconocer a Iris si se cruza con ella por la calle, cuando la caravana entra a la capilla en el albergue La 72 en Tenosique, Tabasco –donde Jorge ha estado esperando desde el sábado por la mañana– corren a abrazarse, lloran juntos por unos minutos y se sonríen.

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“Si nuestro país recibiera a sus hijos con los brazos extendidos, posiblemente ustedes no estarían aquí” dice a las madres Fray Tomás Gonzalez, fundador del refugio para migrantes La 72, en el arranque de la Caravana.

Son las 9.30 de la mañana en la Garita fronteriza con Guatemala, El Ceibo. La Caravana de Madres de Migrantes que reúne a 40 familiares de migrantes centroamericanos que desaparecieron a su paso por México recorrerá, por onceava vez, hospitales y cárceles de Tabasco, Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Distrito Federal, Oaxaca y Chiapas en busca de sus hijos. También vienen a exigir al gobierno mexicano acciones para encontrar a miles de migrantes reportados como desaparecidos en el país, y prácticas que garanticen los derechos y la seguridad de las personas en tránsito o que buscan refugio en México.

“No venimos a pedir un favor al gobierno mexicano, venimos a exigir que actúen, que cumplan sus responsabilidades y que sepan que no vamos a parar, porque cuando me muera, van a venir más atrás de mi hasta que encontremos a nuestros hijos”, asegura Clemencia Murcia, una de las fundadoras de la caravana y madre de dos migrantes desaparecidos en México.

Hoy, al iniciar el recorrido, madres y activistas que las acompañan presenciaron el reencuentro de Jorge y su hermana Iris y se llenaron de esperanza. Quedan aún 18 días.



Ximena Natera

Soy aspirante a la buena imagen, a la buena crónica, a la buena historia, soy aspirante al buen periodismo. Las historias de horror, miedo e injusticia que vimos y escuchamos a lo largo del camino me dejaron un hoyo en el estómago, la única manera que encuentro para cerrarlo es compartir estas mismas historias una y otra vez, con la esperanza de que la indignación se propague y, como dice el periodista Oscar Martínez, contribuya a iluminar poco a poco las esquinas oscuras.