La persecución del gobierno mexicano que en julio de 2014 lanzó el plan Frontera Sur con el despliegue de 5 000 agentes y una ampliación de los controles migratorios, ha alertado a varias organizaciones internacionales por un aumento de la represión en contra de inmigrantes centroamericanos, que en su camino rumbo a Estados Unidos tienen que superar el mayor de los infiernos: México.
Sólo en los cuatro primeros meses de 2015, México ha detenido a un 83% más de indocumentados que en el mismo periodo del año pasado (57 892 frente a 31 642) y ha deportado un 79% más de migrantes (51 565 frente a 28 736), principalmente centroamericanos, según las autoridades.
Además de los retenes en carreteras y de detenciones intempestivas en hoteles, autobuses e incluso hospitales, agentes de migración tienen la instrucción de impedir que los indocumentados sigan su camino subidos a lomos de “La Bestia”, un tren de carga que es el medio que más usan a pesar de las mutilaciones y los ataques de narcotraficantes de los que son víctimas de extorsiones o secuestro.
Organizaciones como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han mostrado su preocupación por el “endurecimiento” de las acciones contra migrantes en México por este programa nacido a raíz de la crisis denunciada por Estados Unidos.
Recientemente, la ‘Caravana de migrantes’, encabezada por el sacerdote y activista Alejandro Solalinde, que cada Semana Santa circula por el país recibió amenazas de las autoridades y al menos ocho de sus integrantes fueron detenidos.
Y en el consulado de El Salvador en Tenosique, Tabasco, aún no dan crédito al ataque de policías municipales de Macuspana contra un grupo de migrantes que viajaban en autos privados, dejando a dos salvadoreños y un guatemalteco heridos de bala.
“Es una cacería de migrantes. Creo que ahorita todos lo estamos viendo así, que este plan consiste en agarrar a migrantes para que no pasen a Estados Unidos”, asegura la hermana Nelly, una de las fundadoras del albergue del migrante de Palenque.
Debido al incremento de los operativos, los más de 200 000 migrantes -principalmente centroamericanos que huyen de la pobreza y violencia- han optado por hacer buena parte del camino a pie, exponiéndose todavía más a los asaltos, secuestros y violaciones del crimen organizado.
Muchos de ellos duermen exhaustos al ras de suelo y acaban con los pies vendados y llenos de ampollas, como Luis Rivera, un joven de 24 años de San Pedro Sula (Honduras), considerada la ciudad más peligrosa del mundo, que caminó 116 km en dos días.
No son pocos los migrantes que aseguran estar “rezándole a Dios para que nos agarre la migra y nos regrese”.
Por Newsweek en Español con información de AFP