Vivir de los migrantes


agosto 9, 2014

En México toda una economía se sostiene gracias a las más de 400 mil personas que al año cruzan el país para llegar a Estados Unidos.

Por: Thelma Gómez Durán

Vivir de los migrantes

The immigrants´ living

En México toda una economía se sostiene gracias a las más de 400 mil personas que al año cruzan el país para llegar a Estados Unidos.

Por: Thelma Gómez Durán, Alonso Castillo

En México toda una economía se sostiene gracias a las más de 400 mil personas que al año cruzan el país para llegar a Estados Unidos. Una economía que mueve millones de dólares y deja ganancias a personas que ven en los migrantes un negocio: desde el que vende un cartón o renta un pedazo de suelo para dormir, hasta las grandes empresas de autobuses y envío de dinero. Y no se diga al crimen organizado.

Texto: Thelma Gómez Durán
Fotos: Alonso Castillo

Altar, Sonora.- A su inventor nadie lo conoce. Tampoco hay certeza sobre cuándo comenzaron a venderse en los pueblos y ciudades de la frontera norte de México. De lo siguiente no hay duda: los únicos compradores de estas pantuflas son los migrantes que están a un paso de recorrer el último tramo de su camino hacia lo que miran como su tierra prometida. El anónimo creador de tan singular invención tuvo ingenio: la suela de las pantuflas son de alfombra, para que las huellas de los caminantes no queden grabadas en la tierra del desierto de Arizona.

Bajo la sombra tímida de un árbol de mezquite, en un patio con el piso de tierra, entre muebles viejos y partes de automóviles, hay tres máquinas de coser con las que Lidia crea las pantuflas para los migrantes. Hace dos años comenzó el negocio. Antes sólo se dedicaba a coser ropa ajena. Un hombre que sabía de sus habilidades como costurera, y que era guía de migrantes en el desierto, le propuso dedicarse a la fabricación del extraño calzado; le llevó un par como muestra y le pidió hacer una versión mejorada. Las primeras las hizo de mezclilla. Ahora, la pantuflas que Lidia confecciona llevan cintas para poder atarlas sobre los zapatos y son de una tela estampada con hojas y ramas de tonalidades pardas, los mismos colores que predominan en el desierto. Y claro, lo que nunca cambió fue la suela de alfombra.

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Lidia en el taller de pantuflas para migrantes.

—El señor que me trajo las primeras, me dijo que era muy buen negocio. Y como en Altar nadie las hacía, pues sí nos fue muy bien. El año pasado estuvo muy suave, trabajábamos mi esposo, mis hijos y yo. Hacíamos 160 al día. Ahorita hago 50 o 60, porque está muy calmado.

— Si ya no llegaran migrantes a Altar, ¿qué haría?

—Pues dejar de trabajar. No hay otro trabajo para uno. Acá, para todo, dependemos de los migrantes. Todos dependemos de ellos.

Lidia no exagera. En Altar, Sonora, de acuerdo con datos de la propia presidencia municipal, más del 90 por ciento de los habitantes dependen económicamente de quienes buscan cruzar a Estados Unidos. Por ellos es que los habitantes de esta comunidad de calles polvorientas dejaron a un lado la agricultura y la ganadería para abrir casas de huéspedes, hoteles, embotelladoras de agua, puestos callejeros, tiendas de abarrotes.

Altar, Sonora, no es el único sitio que vive de los migrantes, pero sí es la comunidad en donde el negocio se muestra sin disimulo.

En México, de Sur a Norte, toda una economía se sostiene gracias a las más de 400 mil personas que al año —de acuerdo con la cifra presentada en 2012 por la Organización Internacional para las Migraciones. El Instituto Nacional de Migración reporta 140 mil deportaciones al año— cruzan el país para llegar a su meta: Estados Unidos.

Una economía que mueve millones de dólares, que deja ganancias a personas como Lidia, pero también a grandes empresas. Y no se diga al crimen organizado.

Como bien dice el investigador Rodolfo Casillas, pionero en el estudio de la migración centroamericana, la economía que genera esta población “está en pleno crecimiento, en pleno desarrollo y tiene actores múltiples”.

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Calzado estratégico para cruzar el desierto.

***

Viajar al Norte. Llegar a Los Ángeles, California, y encontrarse con su tío que vive en esa ciudad que se mira tan bonita en las películas y en las series de televisión. El tío le ayudaría a conseguir trabajo, también le mandaría dinero para costear el largo viaje. Algo así pensó David cuando decidió guardar sus herramientas de soldador, cuando se cansó de vivir en un lugar donde escasea el trabajo y abunda la violencia, cuando tomó una mochila y dejó Choloma, Honduras.

Conozco su historia en el Centro Comunitario de Atención al Migrante y Necesitado (CCAMYN), de Altar, Sonora. David tiene 22 años y una voz de susurro. Es necesario afinar el oído para escuchar bien la narración de su travesía:

Tengo dos meses y medio de viaje. Salí de Choloma y tomé un camión que me llevó hasta Tecún Umán (Guatemala), por ese viaje pagué dos mil lempiras (poco más de 1200 pesos). Para cruzar el río y llegar a México no pagué, porque me lo eché nadando. Agarré la combi para Tapachula, me cobraron 500 pesos; íbamos como 15 migrantes. En Arriaga (Chiapas) me subí al tren. Ahí, la mafia, me cobró cien dólares; pagué otros cien en Tierra Blanca (Veracruz) y otros cien más adelante, ya no me acuerdo cómo se llama el lugar…

***

El negocio es grande y diverso.

En la frontera sur de México hay toda una red de camionetas para trasladar a los migrantes a la base del tren; en Tuxtla Gutiérrez funcionan los “tijuanas”, camiones turísticos que cruzan el país para llegar a las metrópolis de la frontera norte. En Tenosique, Tabasco, por 15 pesos los migrantes pueden comprar un cartón para dormir junto a las vías. Los que tienen más de recursos pagan 150 pesos por pequeños cuartos. Diez pesos puede costarles el minuto en una llamada telefónica. En Ixtepec, Oaxaca, hoteles y moteles viven por los migrantes que llevan los coyotes.

La hermana Leticia Gutiérrez, directora de la misión para migrantes y refugiados de las misioneras Scalabrinianas, recuerda que hace unos años en Tierra Blanca, Veracruz, los pobladores sacaban sus mesas y las instalaban cerca de las vías del tren con letreros como estos: “Se renta teléfono”.

Los detalles del viaje de David se siguen escuchando bajito, como si tuviera miedo de gritar y despertar a un bebé o a una bestia:

… En Lechería lo asaltan a uno. Cuando llega el tren ya están ellos esperando, son como 20 o 30. Son mexicanos, hondureños, de varias partes. Dicen que son zetas y que tenemos que pagar. Me quitaron 200 pesos. A varios los golpearon, los agarraban con machete. Ahí me quedé a dormir en la calle y la ley, los policías, también me quitaron como 300 pesos. De Lechería me fui a Huehuetoca (Estado de México). Seguí en el tren. En Mazatlán, una bolsa de papas me la vendieron a 30 pesos; las tortillas de harina a 40 y una Coca cola de esas chiquitas, de lata, me la dieron a 20. Por acá, las cosas están muy caras. Ahí me cobraron 40 pesos por dormirme en el suelo…

El investigador Rodolfo Casillas reflexiona que un delito mayor no existe sin muchos delitos menores y que los negocios, y los delitos, se transforman con los tiempos.

“Delitos pequeños evolucionan hasta profesionalizarse en delitos mayores como las extorsiones o los secuestros”.

Hace tiempo que los migrantes dejaron de ser sólo consumidores. Hace tiempo que los migrantes también son la mercancía.

***

“Es desangrar al migrante por donde se deje”, lamenta Fray Tomás González, director de la casa del migrante “La 72”, en Tenosique, Tabasco.

En abril del 2014, el sacerdote acompañó el viacrucis migrante, que salió de Tabasco y llegó hasta el Distrito Federal sumando mil 200 caminantes. Así, lograron que la Secretaría de Gobernación les otorgara permisos de tránsito por México.

Al término de esa caravana, Fray Tomás y otros defensores de derechos humanos concluyeron que el crimen organizado perdió “alrededor de 60 millones de pesos” de los migrantes.

Fray Tomás explica el cálculo: si cada uno de los mil 200 migrantes hubiera pagado 500 dólares de extorsiones durante su viaje en el tren; si decenas de ellos hubieran sido secuestrados con rescates de 5 mil dólares por cada uno, si cada uno hubiera pagado a un coyote o pollero se llegaría a esa cifra. Sólo lo que les quita el crimen organizado.

El hondureño Azael Cruz, que parece menor de edad, caminó con la caravana. En Carolina del Norte, Estados Unidos, su abuela lo espera.

Azael dejó la caravana en el Distrito Federal, después de obtener el permiso de tránsito por México. Tomó un par de autobuses para llegar a Altar, Sonora, y alcanzar a un amigo hondureño.

“Mi amigo conoce al coyote y no sé en cuánto quedaron para que nos pase. Yo tengo dos mil dólares. Ya me los mandó mi abuela y en estos días salimos”.

Es mayo y Azael aún está en Altar, esperando poder cruzar el desierto. Pero, aunque su abuela le mandó dos mil dólares, él ya no tiene dinero. Los dólares los tiene el coyote.

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El destino de Azael en manos de los coyotes.

***

Sobre la carretera que cruza Altar y dentro del poblado hay varios puestos callejeros que venden casi lo mismo: mochilas, sudaderas, pantalones, gorras y paliacates en tonos camuflados; cobijas, rosarios, zapatos, camisetas, calcetines y, por supuesto, pantuflas.

En todas las tiendas de abarrotes de Altar se pueden comprar analgésicos, sueros y galones de agua en envases de color negro.

Los galones oscuros son otro producto fabricado para los migrantes, si llevaran su agua en envases de color blanco, el reflejo de la luz los delataría ante la Patrulla Fronteriza.

Durante algún tiempo, los galones se pintaban de color oscuro. Hace cuatro años, el señor Martín, de 70 años, comenzó a fabricar los primeros envases con plástico negro. Él también tiene una historia migrante: nació en Zacatecas, fue jornalero en Estados Unidos y hace ya varias décadas se estableció en Caborca, Sonora.

—Primero empecé a traerlos de Monterrey. Después compré una máquina para fabricarlos. Ahora vienen de toda la región a comprarme. En temporada buena vendemos de 500 a 600 galones diarios. Hay un señor que a la semana o cada 15 días se lleva mil 600.

El “señor” del que habla el fabricante de los envases forma parte del grupo del crimen organizado que actualmente controla el tráfico de migrantes en esta región de Sonora.

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Galones anti reflejo para evadir a la migra.

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El negocio de la migración no sólo se concentra en quienes viajan al Norte. También hay quien gana millones cuando los migrantes no logran su objetivo y regresan al Sur. Y ellos no son pocos: de acuerdo con el informe de labores 2012-2013 del Instituto Nacional de Migración (INM), de diciembre de 2012 a junio de 2013 hubo 40 mil 92 retornos asistidos de centroamericanos.

La empresa de autobuses turísticos Space Tours, de Adán José Lecona Guizar, ha firmado desde el 2003 varios contratos con el INM para repatriarlos. En 2012 obtuvo tres contratos por más de 15 millones de pesos. En 2013 por el servicio de traslado durante un mes recibió 3 millones 819 mil 864 pesos. A principios del 2014 obtuvo de manera directa un contrato para todo el año por 37 millones 542 mil 229 pesos.

Otra empresa que goza del negocio de repatriar migrantes es Pullman de Chiapas que, de manera directa, recibió del INM un contrato de 78 millones 420 mil 676 pesos.

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María recuerda cómo hace 14 años mujeres de Altar se organizaron para regalar comida a los más de 200 migrantes que, en un domingo, se reunían en el lugar.

Fue en esos años cuando Altar comenzó a cambiar.

—Cuando empezó a verse mucha gente, muchos compraron vans para llevar migrantes al Sásabe (población de Sonora, localizada justo en la frontera con Estados Unidos). Se fueron acoplando a este trabajo. —Ella montó un pequeño puesto de comida en la plaza central de Altar.

En la calle que está atrás del pequeño negocio de María hay una camioneta gris estacionada y alrededor de ella hay un par de polleros y unos diez migrantes. Hace unos cuatro años, el mismo ayuntamiento registró todos los vehículos utilizados para el transporte de migrantes al Sásabe; contabilizó 400 camionetas. Hoy, la presidenta municipal asegura que hay menos de cien en operación.

A una cuadra de ahí, una pequeña ventana funciona como taquilla para la venta de boletos de autobús que se dirigen a Chiapas. Los camiones que salen de Altar van casi vacíos, a veces sólo llevan a uno o dos pasajeros, migrantes que fracasaron en su intento por llegar a Estados Unidos y ya no tienen los 600 a 1,200 dólares que deben pagar si quieren volver a cruzar por el desierto que está más allá de Sásabe.

Todos los días, a unos pasos de esa misma taquilla, llega un camión con migrantes procedente de Tuxtla Gutiérrez, Comitán o Comalapa, Chiapas.

—Antes llegaban hasta tres o cuatro camiones diarios. En ese entonces, el pueblo se alivianó, había mucha actividad. Los negocios estaban llenos. Ahorita aquí la cosa ya se acabó. —Jorge, uno de los hermanos que tiene el negocio de autobuses en Altar, recuerda con resignación y nostalgia los buenos tiempos de su comunidad. No es el único.

Elena, mujer alta y corpulenta, nació en Altar. Ella también se subió al tren del negocio que llegó a su tierra: junto a su casa construyó un par de cuartos que ahora llama casa de huéspedes. A cada migrante le cobra 40 pesos el día.

—Cuando había mucha gente sí convenía, porque cobraba 40 pesos la comida y 40 el hospedaje. En seis meses junté 120 mil pesos. Ahorita, ya no. En Altar nadie está viendo el beneficio de la migración.

La queja se escucha en cada esquina, en cada comercio de Altar. En una tienda de abarrotes la oigo una vez más. Ahí el comerciante me lanza una frase:

—Ahora, el botín ya lo tienen ellos (el crimen organizado). Ellos se quedaron con todo el botín y no ya sueltan nada para nosotros. —dice el comerciante de unos cincuenta años. Cuando termina su frase, se sonroja y repara en sus palabras— Bueno, suena mal que digamos que es el botín, ¿verdad?

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El padre Prisciliano Peraza es famoso dentro y fuera de Altar, Sonora, sobre todo por su trabajo como director del CCAMYN. No habla ni se mira como un sacerdote, parece más un ganadero: usa pantalones de mezclilla, camisas, sombrero y lentes Ray-Ban. Cuando camina por el pueblo va saludando a comerciantes, mujeres y niños.

Siempre que llega un periodista, el padre Prisciliano realiza el mismo recorrido. Como si se tratara de un paseo turístico, lleva a los visitantes a conocer algunas casas de huéspedes con camas de tablón, a la farmacia que vende inyecciones anticonceptivas para las migrantes, a las tiendas de los galones negros y a los puestos callejeros donde venden las pantuflas con suela de alfombra.

Entre el 2005 y el 2006, “cuando se dio el clímax de la migración”, cuenta el padre Prisiciliano— Altar llegó a tener más de 15 hoteles y más de 100 casas de huéspedes. Ahora, asegura, sólo funcionan alrededor de 50 casas. Las cifras proporcionadas por la propia presidencia municipal impactan: en 2010, Altar tenía un flujo diario, en promedio, de 13 mil migrantes. La cifra se desplomó en lo que va de 2014: todos los días pasan alrededor de 124. Estos son los datos de la alcaldía.”

El padre Prisciliano nació en estas tierras del norte, es franco y directo:

“Mucha gente dice que ya no pasa tanta gente como antes. Y sí, ya no pasan los mismos que antes, pero siguen pasando muchos, ¿por qué no cierran las casa de huéspedes o los hoteles? Lo que pasa ahora es que, en Altar, el negocio de la migración está controlado totalmente por la mafia”.

Cuando fue el “clímax de la migración en Altar”, los migrantes que llegaban a esta comunidad pagaban entre 500 y 600 pesos a los polleros que los “enganchaban” en la plaza. Después, el costó subió a 100 dólares, “así se estabilizó como cuatro años”, hasta que mataron “al jefe de la zona”, en 2013, uno de los líderes del Cartel de Sinaloa.

La gente relata que cuando lo mataron la frontera y el pueblo se cerraron durante más de una semana, hasta que llegaron otros “jefes” y definieron las nuevas reglas del negocio. Por ejemplo, aumentar la cuota por cruce: los mexicanos entre 600 y 800 dólares; los centroamericanos entre mil y 1,500 dólares. Otra de las nuevas reglas fue cobrar una cuota de 100 dólares al migrante que quisiera dejar el lugar.

“Pensamos que ya no iba a llegar nadie, nadie iba a poder pagar eso. Aún así llegan” dice sorprendida una de las voluntarias en el CCAMYN.

Al estudiar la migración centroamericana, el investigador Rodolfo Casillas encontró una de las claves del negocio que gira en torno a esta población: “son personas que no tienen dinero, pero sí tienen una gran capacidad para endeudarse.”

***

Desde septiembre del 2012, Martha Elsa Vidrio Federico es la presidenta municipal de Altar, Sonora. Antes de esa fecha era conocida por ser la madre del entonces presidente municipal de Altar, Rafael Rivera Vidrio. Esta familia de políticos panistas también se contagió por la euforia económica que trajeron los migrantes y no quisieron quedarse fuera del negocio: abrieron el Hotel Rivera. Hoy, la alcaldesa también se queja de que la migración ya no es lo de antes.

Hasta le salen las lágrimas cuando cuenta que el único banco cerró hace un año, nadie está pagando el agua, los comercios están bajando las cortinas, las casas de huéspedes y los hoteles están cerrando. El suyo —se queja— ya casi no recibe gente.

—Se nos vino todo abajo –, se lamenta en su oficina.

—¿Por qué?

—Se ha asustado mucho la gente (los migrantes) cuando ve al mando único, al montón de patrullas; les da miedo y ya no vienen… Se acabó la migración y todo se nos vino abajo. La economía está muy difícil en Altar.

—¿Los migrantes ya no llegan por culpa del mando único o porque el negocio de la migración lo controla el crimen organizado que cobra “cuota” muy alta?

—Así es. Yo estuve investigando y me dicen que en todas las fronteras es la misma cuota, la misma cantidad. No sé con qué derecho lo hacen. Yo como presidenta municipal no puedo andar directamente arriesgándome, averiguando con ese tipo de personas… Por eso he pedido, buscado el centro de acopio para que fueran debidamente protegidos los migrantes.

—¿Un centro de acopio?

—Desde que estaba el presidente Fox, luego Felipe Calderón y hasta ahora, yo estoy mandando oficios porque quiero un centro de acopio de migrantes. Eso vendría a reactivar la economía de nuestros municipios, beneficiaría a los hoteles, los taxis, las vans… Un centro de acopio para que (los migrantes) tengan contratos directos con la gente de Estados Unidos, para que el lugar que requiera mano de obra esté conectado con Altar.

La alcaldesa insiste en que la solución económica para Altar es tener un “centro de acopio de migrantes”; algo parecido a lo que fue el controvertido Programa Bracero, acuerdo laboral entre Estados Unidos y México —que funcionó desde la década de los 40 y hasta los 60— y el cual dotó a los trabajadores mexicanos de permisos para trabajar como jornaleros en los campos estadounidenses.

La panista no explica cómo se terminarán las mafias que controlan la migración en el municipio que ella gobierna. Ese tema ni siquiera desea mencionarlo, sólo habla de lo que es su anhelo: “que me apoyen con ese centro de acopio para migrantes, porque si no Altar se va a morir de hambre o se queda como un pueblo fantasma”.

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Economía muerta sin el paso de migrantes en Altar Sonora.

***

David, el hondureño de 22 años y voz de susurro, ya conoció las nuevas reglas de Altar:

Llegué en tren a Caborca. El ride para Altar me costó 200 pesos. Aquí me cobraron mil 500 dólares sólo para cruzar la línea. Ya pagué una vez y no pasé, me dejaron botado en el desierto. No sé si seguir. Llevo un chingo de dinero gastado. Ahorita me están pidiendo 5 mil dólares para pasarme hasta Los Ángeles. Ya le pedí el dinero a mi tío, voy a esperar a ver si me ayuda o voy pa’ tras…

Los más de 25 mil pesos que David ha gastado en su viaje de Choloma al Sásabe no los traía consigo desde Honduras. Los migrantes centroamericanos ya saben que deben llevar sólo lo necesario para pagar las extorsiones, algún transporte, la comida y, sobre todo, las llamadas telefónicas a sus familiares que los esperan en Estados Unidos, para pedir dinero y continuar el camino.

“Es tal el flujo de transmigrantes por México —resalta el investigador Rodolfo Casillas en su estudio Efectos múltiples de las remesas centroamericanas a México— que las remesas constituyen una importante derrama diaria de divisas de un monto impreciso hasta el momento. Estos envíos quedan a simple vista ‘subsumidos’ como parte de las remesas de mexicanos en Estados Unidos a mexicanos en México, lo cual es inexacto”.

México, según el Banco Mundial, está entre los principales países que reciben remesas. Sólo en 2013, recibió 22 mil millones de dólares.

El hondureño David habló con su tío de Los Ángeles cuando estaba en Tierra Blanca. Ahí le pidió que le mandara los 100 dólares para pagar la extorsión del tren. Después le llamó cuando estaba en Puebla, ahí le mandó 100 dólares más. En Altar también lo buscó y le pidió que le enviara los 1,500 dólares para cruzar. El tío así lo hizo: mandó el dinero desde Estados Unidos, utilizando una de las varias compañías que se dedican al envío de remesas. En México, los dólares del tío llegaron a las tiendas Elektra.

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Para poder cobrar el dinero, los migrantes deben pedir ayuda a personas con credencial de elector. Los mexicanos que ya saben de esto, cobran entre el 10 y 30 por ciento de la cantidad retirada por el “servicio”. En Tierra Blanca a David le cobraron 200 pesos por retirar cien dólares. En Puebla no le pidieron dinero. En Caborca, “el mero jefe al que le pagué para que me cruzara fue el que sacó el dinero. Mi tío mandó el dinero a su nombre y él fue quien lo sacó”.

El investigador Rodolfo Casillas resalta en su estudio que es posible que “la mayor parte de las remesas para el traslado, o paso por México, se destinan a cubrir ‘los derechos de paso’ exigidos de manera ilegal”.

Hace un par de años, Casillas fue invitado a una reunión sobre migración en la que estaban presentes representantes de distintas dependencias del gobierno mexicano, así como directivos de Elektra y Wester Unión. Cuando se habló del tema de los secuestros y las extorsiones a migrantes centroamericanos, “les dije a los directivos de las empresas: ustedes saben cuánto dinero mandan los migrantes, a qué sucursales llegan, tienen los nombres de quienes cobraron ese dinero, el día y la hora en que lo recibieron. Cuando los envíos son mayores a mil dólares saben que es para pagar un rescate o una extorsión, ¿por qué no existe una colaboración de alto nivel para compartir esa información con el gobierno, para eso no se necesita cambiar ninguna ley, se puede hacer?” La respuesta que recibió el investigador fue un prolongado silencio.

En 2012, Grupo Elektra —de acuerdo con su último informe anual, presentado a la Bolsa Mexicana de Valores en abril pasado— operaba 6 mil 397 puntos de venta. Un año después aumentó a más de 6 mil 700: 4 mil 300 están en México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Perú, Panamá y Brasil; y 2 mil 400 sucursales de Advance America en Estados Unidos. Además, Elektra ha firmado acuerdos de colaboración con Wester Union y con Money Gram, las dos empresas líderes en transferencia de dinero.

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Migración; conveniente negocio para el grupo Elektra.

Si una persona que se encuentra en Estados Unidos desea enviar 300 dólares a México, las empresas de transferencia de dinero cobrarán una comisión que va de los 3 a los 10 dólares, de acuerdo con la herramienta “¿Quién es quien en el envío de dinero?”, disponible en el portal de internet de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Y aunque —como bien señala el investigador Casillas— no existen datos de cuánto dinero envían los centroamericanos a sus familiares durante su trayecto por México (para pagar las extorsiones o secuestros), si es posible tener una idea del negocio si, según datos del Banco de México, tan sólo en abril del 2014 de Estados Unidos se enviaron a diferentes estados de México 1 mil 922.66 millones de dólares, utilizando los servicios de estas empresas dedicadas a la transferencia de dinero.

La misionera Leticia Gutiérrez sintetiza así este negocio: “Elektra, Wester Union y Money Gram se han convertido en grandes empresas no sólo como consecuencia del producto del trabajo; es riqueza producida por el soborno, el secuestro y la sangre de muchos migrantes, porque son las empresas a través de las cuales se paga la extorsión y liberación de un secuestro. Si Elektra o Wester Unión juegan en la bolsa de valores no lo hacen con dinero bien habido, es un dinero que lleva sangre, muerte y dolor de muchas familias”.

Los migrantes —remata la misionera— son un botín para muchos.

***

David, el hondureño, se quita su cachucha y se frota la cabeza. No sabe qué hacer. Si su tío no le manda más dinero, deberá volver a Choloma, Honduras, donde lo recibirán sus viejas conocidas: la violencia y la pobreza. Por lo pronto, aquí en el albergue del CCAMYN de Altar puede comer sin pagar. Mientras espera una respuesta de su tío de Los Ángeles, trabaja limpiando coches en el estacionamiento de un OXXO.

En este albergue los migrantes sólo pueden quedarse a dormir tres días. Cómo David ya cumplió ese tiempo, hoy dormirá en el suelo de una casa de huéspedes donde le cobrarán 20 pesos; si quiere una cobija, tendrá que desembolsar cinco pesos más. Las pantuflas con suela de alfombra que le dieron hace unas semanas en su primer intento por cruzar el desierto ni siquiera las estrenó. Aún las guarda.

Si David decide ir pa’tras y regresar a Honduras, volverá a su patria con una nueva preocupación: que su tío no le cobre los dólares que le mandó para el viaje más caro de su vida.

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Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor y la siguiente frase: “Este trabajo forma parte del proyecto En el Camino, realizado por la Red de Periodistas de a Pie con el apoyo de Open Society Foundations. Conoce más del proyecto aquí: enelcamino.periodistasdeapie.org.mx”


In Mexico, from south to north, a complete economy is held thanks to the more than 400, 000 people that every cross the country in order to reach their goal: USA. An economy that moves millions of dollars and produces profits for people who looks at immigration as a business, from the ones that sell pieces of cardboard to the ones who rent spots on the floor.

Text: Thelma Gómez Durán Photographs: Alonso Castillo

Altar, Sonora. Their inventor remains unknown. Nobody knows when they started being sold in the towns and cities near the Mexican border. The only certainty is: the only ones buying these slippers are the immigrants that are about to walk the last part of their way to, what they consider, their promised land. The unknown creator of such a peculiar invention was clever: the sole of the slippers is made of carpet, so the immigrant’s steps do not leave any footprints on the sand of the Arizona desert.

Under the shy shade of a mesquite tree, in a yard with dirt fool, among old furniture and car parts, lie three sewing machines that Lidia uses to create slippers for the immigrants. She was introduced to the business two years ago, before that, she used to sew clothes for her friends and neighbors. A man who knew about her abilities as dressmaker and was an immigrant´s guide in the desert, proposed her to make the strange footwear, he took a pair to her as a sample and he asked her to improve it. She used denim for the first ones. Now, the slippers that Lidia makes have laces so they can be tied over the shoes and are made of a fabric printed with leaves and branches in brown, just as the colors you would find in the desert. Of course, the carpet sole has never been changed.

[caption id="attachment_588" align="aligncenter" width="700"]altar_06 Lidia in the immigrants´ slippers workshop[/caption]

-        The man who brought me the first pair told me it was a good business and, since nobody in Altar was making them it really paid off. Last year was great, my husband, my children and I were all working on it. We made 160 every day. Now it has slowed down, I am only making 50 or 60 every day.

-        If immigrants stopped arriving in Altar, what would you do?

-        I would stop working. Here there aren’t many options. In here, we completely depend on immigrants. We all depend on them.

Lidia is not exaggerating. In Altar, Sonora according to data from the local government, over 90% of the population depends economically on those who try to sneak into USA. They are the reason people living in this dusty streets town has stopped cropping and stockbreeding and they have started opening guest houses, hotels, water bottling business, street stands and grocery shops.

Altar, Sonora, is not the only town that profits on immigrants, but it is the community where this kind of business goes unconcealed.

In Mexico, from south to north, a complete economy is held thanks to the more than 400,000 people that every year –according to the numbers presented in 2012 by the Immigration International Organization (OIM) - cross the country in order to reach their goal: USA. An economy that moves millions of dollars, that produces profits for people like Lidia, but also for big companies. Not to mention organized crime.

As well said by researcher Rodolfo Casillas, Central America immigration studies pioneer, the economy generated by this population “is rapidly growing, thriving and it has multiple actors”.

[caption id="attachment_595" align="aligncenter" width="700"]IMG_3726c Footwear especially designed to cross the desert[/caption]

***

Traveling north, arriving to Los Angeles, California and meeting his uncle who lives in that city, that looks so beautiful in movies and TV series. His uncle would help him getting a job, he would also send him money to cover the journey expenses. David thought something like that when he decided to put away his welding tools, once he got tired of living in a place where there are no jobs and violence is everywhere he took a backpack and left Choloma, Honduras.

I listened to his story at the Attention to the Immigrant and the Needed Community Cener (CCAMYN), in Altar, Sonora. David is 22 years old and his voice is barely a whisper. A keen ear is needed to hear the story of his journey:

I´ve been traveling for two months. I left Choloma and I got on a bus that took me to Tecún Umán (Guatemala), I paid $2000 lempiras (a little more than $1200 pesos) to get that far on my journey. I didn’t pay to cross the river and get into Mexico, I swam. I got to Tapachula by van, they charged me $500 pesos, we were around fifteen immigrants. I got on the train at Arriaga (Chiapas), there the local mafia charged me $100 dollars, I paid another $100 at Tierra Blanca (Veracruz) and a $100 dollars more ahead on the road, I don’t remember the name of that place…

***

The business is wide and diverse.

In the Chiapas ´communities that share border with Guatemala there is a whole network of trucks to move immigrants to places where they can get on the train, in communities such as Tuxtla Gutierrez you can find the “Tijuanas”, touristic buses that go across the country all the way to the metropolis near by the northern border. In Tenosique, Tabasco, immigrants can purchase a piece of cardboard for $15 pesos, so they can sleep next to the train tracks. The ones with more resources pay $150 pesos to sleep in one of the improvised rooms. It can cost as much as $10 pesos per minute to make a phone call. In Ixtepec, Oaxaca, hotels and motels make most of their profit on the immigrants that arrive led by a “coyote” to spend the night.

Sister Leticia Gutierrez, director of the mission for immigrants and refugees of the Scalabribianas missionaries, remembers that a few years ago, in Tierra Blanca, Veracruz, people used to set a table on the street near by the train tracks with signs that read “If you need to make a call, I will rent you my phone”.

The tables disappeared when members of the organized crime started hustling immigrants.

The details of David´s journey are still in whispers, as though he is afraid of waking up a baby or a beast:

… At Lecheria you get mugged. By the time the train arrives they are already waiting, they are about 20 or 30. They are Mexican, Honduran and from other places. They claim to be Zetas and that we have to pay. They took $200 pesos from me. They beat some of us with machetes. I spent the night there on the street, the police took $300 pesos from me as well.

From Lecheria I went to Huehuetoca (Estado de México). I followed the train, at Mazatlan, a bag of fries cost me $30 pesos, a pack of tortillas was $40 pesos and a coke, a small one was $20 pesos. Things are really expensive in here. They charged me $40 pesos just so I could sleep on the floor…

“There is no great crime without many little ones -researcher Rodolfo Castillo ponders-. Increasing prices on the same products to foreigners is the breeding ground for other crimes”

Businesses transform according to the times and so does crime, states Casillas “Misdemeanors evolve to turn to professional felonies such as extortion or kidnapping”.

It has been some time now since immigrants stopped being consumers, for a long while now they are also merchandise”

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“It is about bleeding out immigrants no matter how”, Fray Tomás Gonzáles complains, he is the priest in charge of the immigrants shelter “La 72”, in Tenosique, Tabasco.

In April 2014, the priest walked along the Immigrant “Viacrucis” (Stations of the Cross), the first procession came from Tabasco and put to practice the old saying “Strength comes from unity”. A little over 1200 marched together to Mexico City and they managed to get the Secretaria de Governacion to allow them to travel freely through Mexico.

By the time the procession ended, Fray Tomas and other human rights activists contemplate that the massive procession avoided the organized crime to get  “around $60 million pesos” from immigrants.

Fray Tomas elaborated on how this calculation was made: if every single one out of the 1200 immigrants had paid, at least, $500 dollars on extortions during this journey, if tens of them had been kidnapped (ransom fees go from $5000 to $6000 dollars per immigrant), if every single one of them had paid a “coyote” or “pollero” that number would have been reached. “We did not even add everything immigrants have to pay along their journey, only the part taken away from them by the organized crime was considered”.

Honduran Azael Cruz was one of the many immigrants walking on that procession back in April. He says he is 18 but his skinny body and his childish smile show he is still underage. In North Carolina, USA, her grandmother is waiting for him.

Azael parted ways from the procession in Mexico City, after getting his permission to travel freely within the country. He got on a couple of buses to get to ALTAR, Sonora, and there he caught up with a Honduran friend of his.

-        My friend is the one who knows the “coyote” and I don’t know how much he is going to charge us to get us across. My budget is $2000 dollars. My grandma has already sent the money to me and we should be ready to go in the next days.

It is May and Azael is still in Altar, waiting to cross the desert. He is exited and says he has everything ready. He notices that it wouldn’t hurt to have other pair of shoes, the ones he is wearing have been with him all the way from Tegucigalpa, Honduras but he doesn’t have any money even though his grandmother sent him some. The “coyote” has the dollars.

[caption id="attachment_589" align="aligncenter" width="700"]altar_04 Azael´s fate is in the hands of the “coyotes”[/caption]

 If everything runs smoothly Azael will receive a backpack, a pair of pants, a shirt and a pair of carpeted soles slippers. He will also get at least, one water gallon for his journey through the desert.

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On the highway that goes through Altar and on the streets around the town´s square where the church was built there are several street stands. They all sell the same: backpacks, sweatshirts, pants, caps, camouflage bandanas, blankets, rosaries, shoes, t-shirts, socks and of course, slippers.

In every grocery store in Altar is possible to buy painkillers, serum and black water gallons. In a hot region, where temperatures go as high as 40°c, who would carry water in a black container?

The black gallons are other product created exclusively for immigrants crossing the desert. If they carried their water is white containers the refection of it would give away their position to the Border Patrol.

For a while, the gallons were painted in black. Four years ago Martín started making them out of black plastic. He is 70 years old but that doesn’t keep him from being at the top of the game when it comes to making and selling PET containers. He also has an immigrant story: he was born in Zacatecas he was a day laborer in USA and a few decades back he settled in Caborca, Sonora. Among the top sold containers are, precisely, the black gallons.

-        I started bringing them from Monterrey. Then I bought a machine to make them. Now people come from Altar and all around to buy them from me. During a good season we sell from 500 to 600 gallons on a daily basis. There is this guy who every other week buys 50 packages with 32 gallons each.

The “guy” he is talking about is a member of the organized crime that nowadays controls the immigrant trafficking in this area of Sonora.

[caption id="attachment_590" align="aligncenter" width="700"]IMG_3654c Anti-reflection gallons to avoid “La Migra”[/caption]

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In 2008, researchers Abdel Camargo and Saúl Salazar published a study (included in the compilation Working migrations: new flows, routes and identities) in which they expose how the Hermosillo, Sonora airport, “has become the place of arrival for what could be the biggest illegal migration flow to USA registered all over the country”. Disguised as an immigrant, Abdel Camargo got to know the “enganchadores” that “work” at the Hermosillo airport; he documented the existence of a taxi drivers network that is in charge of taking immigrant women directly to the guest houses or hotels in Altar.

The immigration business focuses not only on the ones traveling north. There are also people that earn millions when immigrants don’t accomplish their goal and go back to the south.

They are not few: according to the INM working report 2012-2013, from December 2012 to June 2013 “40092 assisted return events regarding Central America people took place… a number 1.4% higher than the one registered during the same period last year”.

The company with great experience in this field is the touristic bus company Space Tours S.A de C.V. since late 2003 it has signed several contracts with INM for the transportation of repatriated Central America immigrants.

In 2012, for example, the company signed three contracts –two of them via public tender and one via direct awarding-, according to the information available on the Secretaria de Governacion´s transparency web site. This year it received, in total, over $15 million pesos. In 2013there is only information about 1 contract with Space Tours S.A de C.V to provide the service to the immigrant for a month – from January 15th to February 15th 2013- it received $3,819,864.00 pesos

At the beginning of 2014 Space Tours S.A de C.V obtained via direct awarding from INM another contract to supply its services for the whole year. It received $37,542,229.00 pesos.

In 2003, Adán José Lecona Guizar, owner of Space Tours S.A de C.V. campaigned as a candidate for Jefe Delegacional (County Mayor) for the Partido Verda Ecologista de Mexico (PVEM). His political career did not take off but quite the opposite happened with his entrepreneur career, today he is the general director at Daewoo Bus Mexico, company dedicated to selling buses aimed to carry passengers. And, he of course, continues with his own company Space Tours S.A de C.V.

Another company that is in the Central America immigrants repatriation business is Pullman de Chiapas S.A de C.V. This year it will receive $78,420,676.00 pesos to transport immigrants, according to the contract signed with INM obtained via direct awarding.

The immigration business is profitable for many people.

Maria recalls that around 14 years ago, the most involved women from the church in Altar, Sonora, decided to get organized and go out every Sunday to the town square to give away food to over 200 immigrants that, every day gathered in that place.

Those were the years when Altar began to change.

-        Once we started to notice so many of them, people started buying vans to take immigrants to Sasabe (a place in Sonora just in front of the USA border). They started adapting to this line of work. – According to Maria, who also adapted to the new economical dynamics of the community: she started a food stand in Altar´s town square.

On the street behind Mari´s little business there is a grey truck parked, and around it a pair of “polleros” and about ten immigrants. About 4 years ago, the county itself registered all vehicles used to transport immigrants to Sasabe, it counted 400 trucks. Today, the town Mayor assures there are less than 100 operating.

A block away from there, a small window works as a ticket booth for the buses heading Chiapas. The trucks that depart from Altar are almost empty; sometimes there are only one or two passengers on them, immigrants that have failed on their attempt to get to USA and don’t have the $600 to $1200 dollars that would have to pay in order to cross the desert that lies beyond Sasabe.

Everyday a few steps away from this booth, arrives a truck full of immigrants coming from Tuxtla Gutierrez, Comitan or Comalpa Chiapas.

-        There used to be up to three or four buses every day. Back then the town was relieved, there was so much activity. Businesses were crowded. Now, that doesn’t happen in here anymore. - Jorge, one of the owners of the bus business in Altar, reminisces among resignation and wistfulness the good times of his town. He is not the only one.

Elena, a tall corpulent woman was born in Altar. She also got on the business train that arrived to her hometown: next to her house she built a couple of rooms that now she calls guest house. She charges each immigrant $40 pesos to spend the day.

-        Back when there were a lot of people it was a great business, because I used to charge them $40 pesos for a meal and $40 pesos for the lodging. Within six months I saved over $120,000.00 pesos. Not anymore. In Altar nobody is profiting from immigration.

This complaint is heard on every corner, at each business in Altar. I hear it once more at a grocery store. The clerk lays a quote on me:

-        “Now they get to keep the spoils” (the organized crime). They took it all and left nothing to us. - says the 50 year old merchant. Once he is done with his quote, he blushes and notices his words- Well, it sound wrong to call them “spoils”, doesn’t it?-

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The priest Prisciliano Peraza is famous in and out of Altar, Sonora, especially due to his work as director of CCAMYN. He doesn’t speak or looks as a priest; he looks more like a stockbreeder: he wears denim jeans, shirts, a hat and Ray-Ban sunglasses. As he walks through the town he waves and greets businessmen, women and children. Every time a journalist comes around he makes the same walk, as if it were a touristic walk, he takes visitors to know some guest houses (where the beds are long bunk beds and the mattresses are boards), to the drug store where immigrant women can buy contraceptive shots (as a preventive measure against raping), to the stores were the black gallons are on display and to the street stands where one can find the carpeted sole slippers.

Between 2005 and 2006, “when immigration reached its highest level”, says Father Prisciliano –Altar had over 15 hotels and more than a 100 guest houses. Now according to him, there are only about 50 houses operating. The numbers coming from the Town’s government are astonishing: in 2010, Altar had an everyday flow of over 13,000 immigrants. The numbers pummeled during 2014: everyday there are 124. That is the Town´s council data.

Father Prisciliano was born in this northern land, he is straightforward and to the point:

-        Many people say that there aren’t as many passing by as they used to. Yes, there are not as many as they once were, but they are still plenty, why aren’t the hotels and the guest houses going out of business? The thing is, immigration business, in Altar, is now controlled completely by the mafia.

When immigration “reached its highest in Altar”, immigrants that arrived in this community paid from $500 pesos to $600 pesos to the “polleros” they “hooked up with” at the town square. Then it went up to $100 dollars, “it remained so for four years”, until the “zone chief” was killed.

People living in Altar know very well when the immigration business changed hands in these lands. It was at the beginning of 2013, right after one of the Cartel de Sinaloa leaders was murdered.

“When that guy was murdered” –they say in Altar- , the border was closed, nobody could cross, getting in or out of the community was not allowed. They kicked everybody out of the guest houses. Tension took over the town for over a week, until other “bosses” arrived and the new business rules where defined. They established, just to name a few, to increase to fee to cross this border: Mexican immigrants have to pay between $600 and $800 dollars; people coming from Central America pay a higher fee: from $1000 to $1,500 dollars. That’s why, since they pay more than the rest, they started calling them “los finos” (the fine ones).

Another rule in Altar is: it is no longer possible for immigrants to go in or out of the town as they please. Everybody has to pay, at least, $100 dollars to leave the town.

-        We thought nobody was going to come anymore, no more immigrants, because nobody would be able to pay that much. They do come nevertheless. – One of the women working as a volunteer at CCAMYN says amazed.

While studying Central American migration, researcher Rodolfo Casillas found one of the keys of the business regarding this population: “they are people that have no money, but they do have a great capacity to go into debt.”

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 Starting September 2012, Martha Elsa Vidrio Federico is Altar´s Mayor. Before that she was known as the mother of the, in that moment, Town´s Mayor Rafael Rivera Vidrio. This family of PAN militant politics was also caught up in the economic euphoria brought to their community by the immigrants. They didn’t want to stay out of the business: they started the Hotel Rivera. Today, the mayor –as the majority of inhabitants she rules over- complains about immigration not being as it used to.

Martha Elsa Vidrio shreds a few tears while she give a few examples about just how bad the economic situation is in Altar: the only bank closed a year ago, nobody pays the water bill anymore, businesses are closing down their shutters, guest houses and hotels are going out of business. Hers –she complains- barely receives any guests.

-        Everything went downhill- Mayor Martha Elsa Vidrio cries out in her office at the township hall.

-        Why?

-        People (immigrants) have been chased off when they see the bunch of police cars; they get scared and stop coming… immigration stopped and everything crumbled for us. The economy is really tough in Altar.

-        Are immigrant now coming anymore due to the police or is it because the immigration business is now controlled by the organized crime and they are charging the immigrants too much?

-        That is correct. I have done some research and I have been told the fee is the same all along the border. I don’t know what gives them the right. I myself being the Mayor cannot stand in harm´s way, getting information from that kind of people…That is was I requested and looked for a collection center so the immigrants are protected properly.

-        A collection center?

-        Ever since Fox was president, then Felipe Calderon up until now, I have been sending requests because I want a collection center for immigrants. That would re-start the economy in our town; it would benefit the hotels, taxis, vans… A collection center where immigrants can get in contact with people in USA, that way any place that is looking for manpower could be in contact with Altar.

The Mayor insists that the solution for Altar´s economic struggling is an “immigrant collection center”; it would be similar to the Programa Bracero, an agreement signed by USA and México –valid from the 40´s until the 60´s- this program gave Mexican workers permission to work as day laborers at USA´s fields.

The PAN militant does not elaborate on how to put a halt to the mafias controlling immigration in the county she governs.  She doesn’t even want to mention that topic; she only talks about her longing: “I hope somebody supports me with the immigrant´s collection center otherwise Altar is going to starve to death or it will become a ghost town.

[caption id="attachment_591" align="aligncenter" width="700"]altar_11 Dead economy due to the lack of immigrants[/caption]

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David the 22 year old Honduran with a whispery voice has become familiar with Altar´s new rules:

…I arrived on train to Caborca. The ride to Altar cost me $200 pesos. In here they charged me $1,500 dollars just to cross the borderline. I´ve paid once already and I didn’t make it, they left me there in the desert. I don’t know if I should keep trying. I´ve spent so much money already. Now they are asking me for $5,000 dollars to get me all the way to Los Angeles. I´ve asked my uncle for the money, I am waiting for him to help me otherwise I am going back home…

David, back in Honduras, didn’t have the over $25,000.00 pesos that he has spent in his journey from Choloma to the Sasabe. Immigrants from Central America know that they should only carry enough to pay the extortions, transportation, food, and above everything else, the phone calls to their relatives waiting for them in USA. Those calls are vital so their relative can send them more money to continue their journey.

“Transmigrant flow in Mexico is such –says researcher Rodolfo Casillas in his study Centroamericans Remittances multiple effects in Mexico- that remittances are an important currency income which amount is yet to be known.

These remittances are lost in the amount of money sent by Mexicans living in USA to Mexicans in Mexico, which is inaccurate”. Mexico -according to data from the World Bank- is among the top countries regarding receiving remittances. In 2013, the country received $22 million dollars under this concept.

David called his uncle in Los Angeles while he was at Tierra Blanca. He asked for the $100 dollars he needed to pay the train´s extortion. Then he called again once he was at Puebla, he sent $100 dollars more. Once he got to Altar he asked him to send $1,500 dollars so he could cross the borderline. His uncle did as requested: he sent the money from USA; he used one of the companies that provide the remittance service. In Mexico, the dollars his uncle sent him arrived in Elektra.

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In order to cash this money, David –as any Central America immigrant does- had to ask for help from someone with ID, which is mandatory in order to go through the paperwork.

All along the train tracks that go across Mexico from South to North, there are Mexicans that know immigrants need that money and for that “service” they keep 10% or 30% out of the total amount withdrawn. At Tierra Blanca, as an example, David was charged $200 pesos to withdraw $100 dollars. At Puebla he wasn’t charged. At Caborca, “the guy I paid to get me across the border was the one withdrawing the money. My uncle sent the money named after this guy and he was the one who withdrew it”.

Researcher Rodolfo Casillas highlights that it is possible that “most of the amount of remittances destined to the journey through Mexico is used to cover the illegal “rights of way””.

A few years ago, Casillas was invited to a meeting about immigration attended by many different branches of the Mexican government, as well as Elektra and Western Union´s directives. When the topic about kidnapping and extortion to immigrants came up, “I told the directives: you know very well how much money is sent by immigrants, what branch it goes to, you have the names of those cashing that money, the day and time they receive it. Whenever the deposit is higher than $1,000 dollars you know it is so they can pay some ransom or extortion. Why isn’t there high profile collaboration with the government? No law needs to be changed, can this be done?” The answer he received was a prolonged silence.

In 2012, Grupo Elektra – according to its last annual report, presented to the Mexican stock exchange (Bolsa Mexicana de Valores) last April- had 6,397 sales points. A year later this number reached over 6,700 across Mexico, Guatemala, Honduras, El Salvador, Peru, Panama and Brazil and over 2,400 Advance America sales points in USA. Elektra has also signed collaboration agreements with Western Union and Money Gram, both leaders in money transferences.

[caption id="attachment_592" align="alignnone" width="700"]altar_12 Migración; conveniente negocio para el grupo Elektra / Immigration, a great business for Elektra[/caption]

If any given person in the US wants to send $300 dollars to Mexico, the companies will charge him a commission going from $3 to $10 dollars, according to the tool “¿Quien es quien en el envio de dinero?” available at the Profeco web site.

And even though –as well highlighted by Casillas- there are no records of how much money people from Central America living in USA sends to his relatives while they go across Mexico (to pay extortions and kidnappings), it is possible to have an idea of the business if, in accordance with data from Banco de Mexico, during April 2014 alone, 1 mil 922.66 million dollars were sent from USA to Mexico, all of them using the services of these money transferring companies.

The missionary Leticia Gutierrez sums up this business: “Elektra, Western Union and Money Gram have developed into big companies just as a consequence of the labor´s product, it is wealth produced through bribery, kidnapping, and the blood of many immigrants, those companies are running the money that immigrants use to pay extortions and ransoms. If Elektra and Western Union play in the stock market they do so with ill-gotten money, that money is stained with the blood, death and grief of many families”.

Immigrants –the missionary finishes off- are the spoils of many.

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David, the Honduran, takes his cap off and rubs his head. He doesn’t know what to do. If his uncle doesn’t send him more money, he would have to go back to Choloma, Honduras, where his old friends: violence and poverty are waiting to greet him. In the meantime, here at Altar´s CCAMYN (Attention to the Immigrant and the Needed Community Center) he can eat for free. While he waits for a response from his uncle from Los Angeles he works washing cars at an OXXO´s parking lot.

At the CCAMYN shelter, immigrants are only allowed to stay three days. Since David´s time has run out, tonight he will sleep on the floor of a guest house where he will pay $20 pesos, if he wants a blanket it will cost him $5 extra pesos. He didn’t even get to use the sloe carpeted slippers they gave him a few weeks ago when he first attempted to cross the border. He still keeps them.

If David decides to go back to Honduras, he will do so with a new burden: he will hope for his uncle not to collect on the dollars he sent him for the most expensive journey he will ever make.

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Reproduction is authorized as long as both the author and the text are clearly quoted as part of the project En el Camino, produced by red de Periodistas de a Pie with the support of Open Society Foundations.


Thelma Gómez Durán

Conoció el significado de la palabra “migrar” cuando su mamá se fue a trabajar a Estados Unidos. Algunas tardes de domingo las pasa escuchando las historias que su madre le cuenta sobre su travesía por las tierras del norte. Como periodista ha escrito sobre infancia migrante, pueblos indígenas que defienden su autonomía, derechos humanos, asuntos ambientales y hallazgos científicos. Sus textos se han publicado en distintos libros. En 2012 obtuvo el primer lugar del Periodismo Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, y en 2011 el segundo lugar del Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter.


Alonso Castillo

Fotógrafo independiente. Ha publicado en diarios nacionales e internacionales como The Washington Post, The Wall Street Journal, El País, Stern, The Guardian.
Desde 2009 participa en el proyecto www.numerof.org . Sus fotos aparecen en los libros 72migrantes y Reuters Our World Now 5. En 2011 obtuvo mención en la primera edición de Pictures of the Year International-Latinoamérica.