Cientos de migrantes amanecen cada día frente a la puerta de entrada peatonal a Estados Unidos, en el puente fronterizo El Chaparral, en Tijuana. Fuerzas antidisturbios de la Policía Federal mexicana rodean a los refugiados que buscan asilo en ese país, y que salieron hace más de 40 días de su patria en busca de una opción de vida
Fotografías: Javier Bauluz
Texto: Gabriela Martínez
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA.- Eber es de El Salvador, tiene 17 años y duerme en un tendido sobre el césped de una cancha de fútbol. Es uno de los casi 5 mil migrantes que llegó en caravana a la frontera norte tras un viaje que arrancó desde Honduras en octubre.
Llegó sin familia. Dice que con él vinieron otros dos a los que llama hermanos, aunque no sean de sangre. Dejó San Salvador porque no quiso pertenecer a una pandilla, la del Barrio 18, tampoco quiso dispararse a un cristiano ni violar a una adolescente.
Era eso o morir de un balazo, explica mientras espera a anotarse en una libreta en manos de un grupo de migrantes que también son voluntarios. Ellos llegan todos los días a la Garita San Ysidro, desde casi la madrugada para recibir y anotar a los extranjeros que quieren pedir refugio a Estados Unidos.
Al día llegan entre 100 o hasta 300 que, como Eber, quieren cruzar la frontera y llegar Unión Americana, por lo pronto, le toco ser el número mil 600 “y algo”, apenas recuerda, mientras que el último número que fue recibido era el mil 121.
Es decir, antes que Eber hay poco más de 4 mil personas en la línea, ya que cada número representa a 10 personas, eso, en tiempo, equivale a entre 2 o hasta 5 meses de espera.
“Ya fui a pedir trabajo lavando carros y nadie me quiere contestar”, dice mientras se limpia el rostro con un trapo húmedo que carga casi todo el día. “Me dicen que porque soy migrante o porque soy chiquito, pero no, iré… estoy grande”.
Mientras espera a que en gobierno de Estados Unidos nombre su número para iniciar su proceso de solicitud, Eber duerme hacinado sobre cobijas puestas encima del césped, de lo que era una cancha de fútbol ahora convertida en un camastro gigante, en la Unidad Deportiva, Benito Juárez, en la Zona Norte de Tijuana.
El plan de la mayoría es marchar durante la madrugada del domingo desde su guarida habilitada por el gobierno local en ese centro deportivo, hasta el puerto fronterizo de El Chaparral para, juntos, pedir clemencia del presidente estadounidense Donald Trump, y asilo a su gobierno.
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