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Tapachula, Chiapas. Linda Vista tiene un cancha de baloncesto, un templo, dos tiendas y un par de aulas; todo construido con material reciclado. Linda Vista tiene todo, menos una linda vista, porque desde el extremo sur de esta colonia ubicada a la salida de la ciudad de Tapachula, se extiende un valle que sirve de depósito de miles de toneladas de basura que desechan habitantes de la región.
Un olor entre dulzón y ácido impregna Linda Vista a toda hora. Se mete a las casas hechas con cartón y lámina. Llena el ambiente en las pequeñas aulas de clase, donde se recuperaron mesas y sillas que en otro lugar ya habían sido consideradas como desechos.
Las moscas encuentran su ambiente en los lixiviados que dejan las toneladas de basura que de tantas que son, forman pequeñas montañas de un material viscoso. Los insectos se dispersan por toda la región, a toda hora. A medio día, la lucha de los 97 niños y niñas de Linda Vista se divide entre prestar atención a la clase, espantarse las moscas del rostro, y encontrar alivio entre los más de 35 grados centígrados que compone la temperatura promedio de ese lugar de clima tropical.
Federico Ramos Pérez, originario de Guatemala, es el representante del poblado. Explica a CNN-México que para los miles de migrantes centroamericanos que cruzan la frontera ubicada a sólo 40 kilómetros de Linda Vista, recolectar basura y venderla en las recicladoras, les permite obtener recursos para sus subsistencia.
Familias migrantes viven de la recolecta de basura
Entre 35 y 60 pesos obtiene de ganancia diaria cada persona. Si a esta labor se une toda la familia –esposa e hijos- juntan 200. Es así como empezaron a obtener un medio de vida las familias migrantes que cruzan la frontera entre México y Guatemala.
Al inicio, hace casi 20 años, llegaban al basurero, recolectaban y se trasladaban a los lugares que rentaban para habitar. Pero como los recursos obtenidos no les permitían costear el gasto del pasaje hasta la ciudad de Tapachula, con el tiempo las familias se fueron quedando ahí a pernoctar.
“En 1996 abrimos un espacio formal, 56 familias ocupamos este terreno”, explica Federico. Narra que en ese entonces el lugar donde asentaron sus viviendas quedaba como a un kilómetro del basurero, en la llanura verde y pródiga que aún se extiende por el lado norte de Linda Vista, y que forma parte de la tierra pródiga característica del Soconusco chiapaneco.
Pero la realidad se impuso, el basurero creció y ahora las casas del lado sur colindan con miles de toneladas de desechos putrefactos.
Las 56 familias de migrantes, todos ellos guatemaltecos, también crecieron. El censo que lleva Federico Ramos Pérez indica que en Linda Vista ahora hay hay 97 niños y niñas de entre 3 y 13 años de edad. Menores de 18 años son 220. “Todos los fundadores del poblado contamos con credencial de residentes permanentes y como la mayoría de los niños nacieron acá, ya son mexicanos”, explica.
Niños y niñas con problemas de salud
Federico Ramos detalla que con la garantía que les da el que su situación migratoria sea regular, las familias guatemaltecas iniciaron las gestiones para llevar a Linda Vista caminos, escuela, servicios de agua potable y lo necesario para tener una manera digna de vivir.
Pero se toparon con que esos servicios no están garantizados “ni para los mexicanos”, dice. Por ello empezaron por cuenta propia a cavar primero un pozo para extraer agua del subsuelo, luego a construir una cancha que no es otra cosa que un terreno aplanado y cubierto con lonas gruesas que se usan para impermeabilizar, y que alguna empresa tiró en el basurero.
Ahora tienen dos aulas y lograron que prestadores de servicio social del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) lleguen a atender a los niños y niñas.
Sin embargo, antes de entrar a clases, y al salir, niños y niñas de todas las edades siguen colaborando para obtener el sustento familiar, y junto a sus padres recolectan basura que se pueda vender.
Ello llamó la atención de las autoridades y en abril de 2007 la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 25/2007 que da cuenta que “personas indocumentadas originarias de Guatemala, tanto adultos, como menores de edad y mujeres con hijos lactantes, ingresan al basurero municipal de Tapachula, Chiapas, y en condiciones insalubres recolectan plástico, aluminio y cartón, materiales que en ese lugar venden por kilo a particulares”.
El organismo humanitario dio cuenta de que esta actividad los expone a los gases, a la descomposición de la basura, “y les ocasiona enfermedades gastrointestinales y epidemias, se contagian de parásitos en el cuero cabelludo y sufren problemas respiratorios. Lo anterior se agrava debido a que también ingieren alimentos contaminados que obtienen del mismo basurero”, señala la recomendación.
En el documento la CNDH explica las condiciones de doble vulnerabilidad en que se encuentran por ser migrantes irregulares. Por ello pidió al Instituto Nacional de Migración (INM) les garantizara a las familias de Linda Vista su legal estancia en el país, a fin de que pudieran acceder a otros medios de vida sin el temor de ser deportados. Al ayuntamiento de Tapachula recomendó controlara el acceso al vertedero para evitar que los niños, niñas y mujeres fueran explotadas o trabajen “sin protección y regulación alguna”.
Piden intervención del Alto Comisionado de la ONU
Ocho años después, mientras la población de Linda Vista ha crecido hasta alcanzar las 97 familias, las recomendaciones de la CNDH únicamente se han cumplido de manera parcial. Las familias fundadoras del lugar ya poseen una situación migratoria regular, y de acuerdo a la versión de los trabajadores de limpia del municipio de Tapachula, a los niños y niñas sólo les permiten recolectar en las orillas del basurero. Pero todos siguen obteniendo su subsistencia de los desechos, y viviendo entre ellos.
Ante esta situación, Ramón Verdugo, director de la organización civil “Todo por Ellos”, que trabaja con niños y niñas migrantes, pidió al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos visitara al lugar a fin de que emita al gobierno mexicano sus observaciones y recomendaciones para crear a los migrantes condiciones de vida digna.
El pasado lunes 22 de mayo, personal de la Unidad de Observación, a cargo de Jorge Alberto Nava Gutiérrez, llegaron a Linda Vista y hablaron con la comunidad. No emitieron ninguna opinión pública sobre su encuentro.
Al término de la reunión, Ramón Verdugo explicó que las familias manifestaron a los observadores de la ONU que no cuentan con servicios de asistencia básicos como educación, salud y alimentación. Detallaron que han tenido encuentros “conciliatorios” con las autoridades municipales y la CNDH para que se dé cumplimiento a la recomendación 25/2007, pero la respuesta de las autoridades es que no hay recursos suficientes para llevarles los servicios a ese lugar.
“Ahora lo que pedimos es que a estas familias y a los niños y niñas se les busque mejoren sus condiciones de vida y sus ingresos”, explicó.
Entrevistada luego del encuentro, Ana Lilia Ramírez, migrante guatemalteca de 27 años y madre de cuatro niños, dijo que ella, su esposo y el resto de su familia continuarán recolectando basura, como lo hacen desde hace 16 años.
“Allá abajo (en la ciudad de Tapachula) es lindo pero no se consigue trabajo. En mi tierra (Guatemala) tampoco. Por eso venimos acá, porque aunque poquito, tenemos para la comida”, explicó.
Jorge Alberto Nava Gutiérrez, de la Unidad de Observación, dijo que enviará al Alto Comisionado de la ONU un reporte de lo observado.
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