27 machetazos

Un grupo de migrantes viajaba a lomos del tren cuando otro grupo de nueve personas los asaltó en abril del 2014. Estaban en Ixtepec, Oaxaca, pero eso lo supieron más tarde. Les pidieron 5 mil dólares a cada uno. Un joven delgado y bajito llamó a su familia en Guatemala y ofreció 2 mil 500, pero al jefe de la banda no le pareció suficiente y sin dudarlo ordenó que lo mataran. Le dieron 27 machetazos. Lo abandonaron tirado sobre su propia sangre: lo dieron por muerto o quizás sólo lo dejaron ahí para que las horas o la fauna hicieran el resto.

El mismo final tuvieron los demás migrantes secuestrados. Sólo él y un amigo con el que viajaba sobrevivieron. Este último pudo ir a dar aviso y logró que personal del Grupo Beta llegara a rescatarlos. Lo trasladaron al Hospital General de Ixtepec. Tenía tres dedos fracturados de la mano izquierda, tres fracturas en la pierna derecha, el talón izquierdo destrozado, una fisura en el cráneo de 12 cm, y heridas múltiples en la espalda y el cuello.

En esas condiciones le tomaron declaración, pero ni el Grupo Beta o alguna otra autoridad migratoria le informaron que tras haber sido víctima de secuestro e intento de homicidio, tenía el derecho a la regularización de su situación migratoria como establece el Artículo 180 del Reglamento de la Ley de Migración.

El joven guatemalteco de los 27 machetazos y su amigo también cuentan cómo ambos fueron víctimas del delito pero al amigo le pudo más el miedo que su necesidad de justicia y optó por lo único que le ofreció el INM: el Retorno Asistido. El viaje de regreso a Guatemala duró 22 días sin recibir atención médica especializada. A ningún funcionario de migración le importó, ni se apegó a su obligación por ley de tener en cuenta sus heridas tras sobrevivir al secuestro.

El muchacho originario de Guatemala de complexión menuda sí denunció, pero lo hizo gracias a una persona de Médicos sin Fronteras, el único que le orientó para que pudiera iniciar dicho proceso y exigir la atención médica especializada, como el acceso a la justicia. Después comenzó a recibir apoyo del albergue Hermanos en el Camino.