Cómo nos convertimos en el infierno


julio 12, 2014

Hubo un tiempo en que México era un país de refugio y albergue de los perseguidos por dictaduras militares. Pero eso cambió. Hoy el país que fue paraíso se ha convertido en un páramo de la migración.

Por: Alberto Nájar

Cómo nos convertimos en el infierno

The way we turned into hell

Hubo un tiempo en que México era un país de refugio y albergue de los perseguidos por dictaduras militares. Pero eso cambió. Hoy el país que fue paraíso se ha convertido en un páramo de la migración.

Por: Alberto Nájar, Prometeo Lucero, Moysés Zuñiga Santiago, Ivan Castaneira, Héctor Guerrero

Había una vez un país donde los perseguidos por dictaduras y violencia encontraron un hogar, donde su gobierno alimentó a los desterrados y les concedió carta de nacionalidad. Una nación que pacificó a sus vecinos de Centroamérica y defendió, casi siempre en solitario, el derecho a no elegir partido en un planeta en guerra. Pero ese paraíso se perdió y ahora muchos le comparan con el infierno. Ese país se llama México, uno de los cementerios de migrantes más grandes del mundo

Texto: Alberto Nájar
Fotos: Prometeo Lucero, Moysés Zañiga, Ivan Castaneira, Héctor Guerrero

Frente a la vieja estación de ferrocarril en el pueblo de Medias Aguas, Veracruz, hay una casa verde con la pintura desgastada y ventanas oscuras.

A su lado un par de árboles de mango, junto a la puerta los restos abandonados de lo que alguna vez fue una motocicleta. La casita de una sola habitación es igual a miles en Veracruz y México. Para muchos centroamericanos en situación migratoria irregular la fachada descascarada fue lo último que vieron antes de su secuestro.

Renwald Martín cuenta que cruzaba por el pueblo junto con una veintena de hondureños cuando a sus espaldas se acercó una camioneta azul con tres jóvenes armados en la caja.

Corrieron pero al frente llegó otra unidad de color negro y también con hombres que agitaban rifles y pistolas.

El centro de Medias Aguas es una hilera de casas construidas a lo largo de la vía del tren. La calle principal también sigue el camino de los rieles.

Es casi la única forma de entrar o salir del pueblo. La otra es internarse entre las huertas y patios de las casas, algunas de ellas sobre una pequeña loma.

Por allí corrieron algunos de los migrantes para escapar de la emboscada. Renwald fue de los primeros y por eso pudo escabullirse entre los perros que le perseguían.

“Sentía que el corazón se me tronaba del miedo hijoeputa que tenía”, cuenta en un albergue de Tapachula, Chiapas, antes de su regreso a Honduras. “Lo más cabrón fue que todos cerraron la puerta, todos se metieron a las casas y nomás miraban por las ventanas cómo aventaban a los compas a las camionetas. Yo me salvé porque se fueron así, de pronto”.

Foto: Prometeo Lucero
Foto: Prometeo Lucero

Sí. Todos en el pueblo se escondieron menos los secuestradores… Y un joven fornido con gorra de beisbolista y un fusil “grande, negro” que desde la casa verde vigilaba la cacería.¿Miedo, indiferencia o complicidad de Medias Aguas? Quizá todo junto, reflexiona Guillermina Peña Ayala, responsable desde hace ocho años del comedor para migrantes El Buen Samaritano que funciona en el pueblo:

Miedo, porque quienes se llevan a los centroamericanos también han secuestrado a sus vecinos. Algunos nunca regresaron.

Indiferencia porque aquí nunca han gustado los “extraños” que desde hace 35 años llegan en el lomo del tren o entre sus vagones, a veces en grupos de pocos, recientemente por cientos cada vez.

Y complicidad porque de ser testigos mudos de la violencia algunos empezaron a participar en los secuestros. “Ahorita ya se da esa situación de que gentes del mismo pueblo están involucradas”, confiesa Guillermina mientras mira atenta por las ventanas del comedor donde conversa con los periodistas, el techo de lámina y el baño apenas disimulado por una cortina.

“Es muy triste porque ellos tienen su trabajo, un sueldo y no se vale ni es justo que cuando unas personas se salen de su país por necesidad, por no ver a su familia en la pobreza, les quiten lo poquito que traen”.

Al final de la entrevista, mientras cierra la puerta del comedor vacío –era domingo y el tren no pasó- la mujer mira de reojo a un lujoso auto BMW que se mueve muy despacio frente al refugio que se encuentra justo frente a un edificio nuevo de la Policía Estatal de Veracruz, abandonado desde hace meses, sin haberse inaugurado.

La silueta de tres jóvenes, una chica entre ellos, se ve por los cristales oscuros. Los rines de acero y la impecable pintura blanca contrastan con el polvo y los árboles resecos del pueblo. “No éramos así”, susurra Guillermina.

Es cierto. Medias Aguas no era el coto de caza de migrantes que ahora es, pero tampoco La Arrocera en Huixtla fue el refugio de violadores en que se convirtió, ni Apizaco, Tlaxcala el centro de captura de esclavas sexuales entre las mujeres centroamericanas que llegan con el tren ni San Fernando, Tamaulipas, era la enorme fosa clandestina de migrantes que cobró fama mundial.

México no era así. Hace unas décadas el país era refugio para los exiliados por la violencia de las dictaduras militares en Sudamérica, el que rescató a las mujeres y niños guatemaltecos perseguidos por el ejército de su país, y la zona de paz donde se firmaron algunos armisticios de Centroamérica.

¿Qué nos pasó? ¿Cómo nos convertimos en el páramo que hoy somos?

Veneno

Dos ventiladores apenas espantan el calor del mediodía en Acayucan, Veracruz. El sacerdote Ramiro Baxin Ixtepan sonríe ante el apuro de los periodistas. “Aquí es fresco, en Medias Aguas está más caliente”.

Sí. En Medias Aguas el clima es más agreste pero no sólo por el polvo y el sol, sino por la violencia hacia los centroamericanos que llegan en el tren.

No se justifica, aclara el sacerdote, pero la verdad es que el pueblo no las ha tenido todas consigo. La comunidad sobrevive sin empleos, con el campo devastado, sin ayuda del gobierno municipal ni mucho menos de las autoridades del estado.

Desde hace décadas por Medias Aguas han pasado centroamericanos, y casi siempre encontraron la indiferencia de los vecinos reconoce Baxin, responsable de la Pastoral de Movilidad Humana de la Diócesis de San Andrés Tuxtla.

MEXICO
Foto: Iván Castaneira

“La gente nunca se sensibilizó con los extranjeros, con su propia vivencia. Eran los que les vendían cosas al doble o al triple de su costo, en eso sí los notaban”, cuenta.

A pesar de la indiferencia los vecinos ayudaban a los migrantes y la fundación del comedor y luego una red de solidaridad en comunidades cercanas es una muestra. No existía el clima de violencia por el que el pueblo fue conocido años más tarde.

Eso ocurrió cuando “llegaron personas que empezaron a meter ciertos venenos” que aprovecharon, dice, “que es una comunidad pobre, con  poco trabajo, abandonada”.

Así empezó la violencia. Primero los vecinos de la orilla sur del pueblo, por donde ingresa el tren, acusaron a los centroamericanos de meterse a las casas a robar. Luego, cuando Guillermina y su familia empezaron a alimentar a los migrantes amenazaron con quemar la cocina improvisada a un lado de la estación del tren.

Pronto escaló la tensión. Una noche cuando el ferrocarril llegó particularmente lleno de hondureños y guatemaltecos apareció una camioneta con gente armada que se llevó a cuatro migrantes hacia Campo Nuevo, una ranchería vecina a Medias Aguas.

La siguiente vez que paró el tren llegaron dos camionetas. Esa vez se llevaron a diez. Y luego volvieron, ahora al mediodía, y se llevaron a 15. Algunos vecinos quisieron intervenir pero los repelieron a golpes.

Después a la dueña de una tienda en la orilla norte del pueblo le “aconsejaron” que no hiciera ruido, que dejara de protestar. Días después se llevaron a un vecino de Campo Nuevo.

Entonces ya nadie dijo nada, ni siquiera avisaron a la policía. Fue entonces que algunos empezaron a cazar migrantes. La inseguridad llegó a tal nivel que la Diócesis cerró temporalmente el comedor El Buen Samaritano.

Los secuestros, golpes, abusos a los viajeros del tren se multiplicaron. “No salía a flote, pasaba pero la gente decía: a mí no me afecta. Cambió cuando el problema se hizo público”, reconoce Baxin Ixtepan.

La violencia empezó a amainar cuando el sacerdote Alejandro Solalinde y otros activistas pro derechos de los migrantes denunciaron el infierno en la comunidad. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha documentado varios casos de abusos cometidos en el pueblo.

Los secuestros, entonces, cambiaron de lugar. Ahora ocurren sobre todo en Campo Nuevo, tres kilómetros al oriente del pueblo, donde los plagiarios sacan rápidamente a sus víctimas a la carretera que comunica con Acayucan y Coatzacoalcos.

Lo que pasó en Medias Aguas es un reflejo del país. La gran oleada centroamericana tras el huracán Mitch de 1998 encontró a un México que apenas empezaba a superar la crisis financiera de 1995, con una migración al norte que superó las 600.000 personas por año y con la frontera norte sellada por las operaciones Guardián y Río Grande que aplicó la Casa Blanca.

A la violencia política se sumó un gradual aumento de delincuencia en las calles. En 1998, por ejemplo, se cometieron por primera vez en la historia más de un millón de delitos de los cuales sólo el 2% fue investigado y recibió algún tipo de sanción. Desde entonces la cifra se mantiene en los mismos parámetros.

Fue también la época de los linchamientos a presuntos ladrones y secuestradores que festinaban Tv Azteca y Televisa. Un país de pobres al que llegaron de pronto miles de seres paupérrimos y desesperados.

Esta mezcla explica en parte el extravío de la solidaridad de otros tiempos, dice el sacerdote Pedro Pantoja, director del albergue Belén, posada del Migrante en Saltillo, Coahuila.

Un proceso que afectó a todos, incluso a la cúpula de la Iglesia Católica mexicana que desde la década de los 90 empezó una dura campaña en contra de la teología de la liberación, y los obispos y sacerdotes cercanos a los pobres, sobre todo quienes ayudan a migrantes.

“Esa ausencia de justicia se filtró en toda las estructuras, en la iglesia, en las universidades, en los partidos políticos, en la sociedad. Realmente cuando uno luchaba contra la criminalización no sabías a quien tenerle más miedo, si a las estructuras políticas o a la sociedad civil que era muy cruel, colaboraba con la denuncia, la persecución de los migrantes”.

La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010, hasta ahora la única del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) que aborda el tema de los migrantes, indica que en el país abundan hábitos de intolerancia que repercuten en el ejercicio de los derechos de las personas en situación migratoria irregular.

Siete de cada diez mexicanos, indica el sondeo, consideran que los extranjeros provocan división en la sociedad, algo que cuestiona la imagen que el país presume allende sus fronteras.

“Los datos confrontan directamente el discurso y el imaginario de una sociedad que se autodenomina multicultural, hospitalaria, generosa con quienes vienen de fuera”, subraya la Encuesta.

¿Por qué esta doble cara? México tiene el alma envenenada, responde Pedro Pantoja. Una toxina que paulatinamente se apoderó de la parte sana del cuerpo, porque antes el país era distinto. Y como en Medias Aguas, el envenenamiento nacional se mantuvo en silencio antes que se notaran los primeros síntomas de la agonía.

Candil de la calle…

La evidencia más clara de la transformación del país se remonta a la década de los años 80.

Aunque en la región del Soconusco, al sur de Chiapas, siempre ha habido un flujo constante de guatemaltecos, la primera gran oleada de centroamericanos hacia México ocurrió en 1982  cuando el general Efraín Ríos Montt encabezó un golpe de estado en Guatemala e impuso una nueva dictadura militar, la más sangrienta de la historia reciente de ese país.

Casi de inmediato el ejército guatemalteco aplicó la operación “tierra arrasada”, eufemismo militar para disimular el genocidio en contra del pueblo Maya-Ixil que vivía en el Departamento de Quiché, fronterizo con México y a quien acusó de proteger a la Unidad Revolucionaria Nacional de Guatemala (URNG)

Más de 46.000 personas huyeron del asedio militar y se asentaron en Chiapas, donde crearon enormes campamentos en sitios como Frontera Comalapa, Flor de Café, Nueva Libertad o Pinar del Río que en esos años eran, virtualmente, el último rincón de México no sólo por la distancia hacia la capital del país sino por el abandono centenario de esas tierras.

Los militares guatemaltecos iban de cacería a los campamentos de refugiados, y entonces el gobierno mexicano emprendió una acción que ahora parecería increíble: además de proteger a los refugiados, les ofreció comida, atención médica y luego reubicó a miles de ellos en Campeche.

03
Foto: Moisés Zúñiga

Pero lo más importante fue que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) tramitó la regularización migratoria de quienes lo solicitaron, e incluso a muchos les ayudó a obtener la nacionalidad mexicana.

El apoyo hacia el pueblo Maya-Ixil era parte de la estrategia de México quien fue, por ejemplo, el principal impulsor de la pacificación de Centroamérica a través del Grupo Contadora, además  de que abrió las puertas para muchos salvadoreños y nicaragüenses que huyeron de la guerra civil en sus países.

Y antes ofreció refugio a exiliados chilenos y argentinos perseguidos por las dictaduras militares.

Paradójicamente la cara solidaria que el país mostraba en el extranjero contrastaba con la política interna hacia los movimientos sociales, recuerda Pedro Pantoja. De hecho por esos años se hizo común la frase “candil de la calle, oscuridad en casa” para definir la política exterior del país.

Algo que conoce bien el religioso, quien durante la década de los años 70 y 80 estuvo muy cerca de algunos movimientos insurgentes en Centroamérica, acompañó las primeras visitas a México de la primera Junta del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y formó parte del grupo reducido que atestiguó las conversaciones de paz entre el frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y la junta militar de El Salvador.

Ciertamente muchos migrantes y refugiados se beneficiaron con esa estrategia oficial de doble cara, pero también de la sociedad misma que no se sentía invadida por los extranjeros.

“Era un México reivindicativo, estábamos en los movimientos sociales aun cuando había empezado la terrible guerra sucia”, recuerda.

“Era la vivencia, desde la iglesia también, de la teología de liberación, comunidades eclesiales de base, una politización muy avanzada de parte de movimientos cristianos y había una universidad mucho más abierta, que ahora ya no se da”.

Todo eso cambió. Y la fecha de la ruptura es el 3 de noviembre de 1998, cuando el huracán Mitch devastó parte de Centroamérica. “Allí comienza la maldición represiva de la migración”, dice el sacerdote.

Operación Sellamiento

El teléfono móvil del padre Pantoja interrumpe la conversación. “Ésta si la debo contestar” se disculpa y un minuto después empieza a sonreír.

“Lo que urge ahorita es arroz, frijol, aceite y papel de baño, ese ya se terminó… Si hay huevo está muy bien, muchas gracias, no sabe cómo se lo agradezco”, y termina la llamada.

“Se nos estaba acabando la despensa pero gracias a Dios que tenemos una comunidad muy noble que siempre nos echa la mano y nos cuida” explica.

La alegría por esta ayuda para el albergue Belén contrasta con la conversación previa a la llamada: el camino que arrancó a México su espíritu solidario con migrantes y refugiados, para transformarse en lo que ahora es, el país “que traicionó a su historia y se convirtió en un salvaje persecutor de la migración forzada, traicionando incluso a los migrantes nacionales. Víctimas en el norte, victimario en el sur”, dice el sacerdote.

04
Foto: Héctor Guerrero

La involución de México ha llegado a tal punto que incluso la CNDH, se encuentra en una severa controversia por no atender a las víctimas de la masacre de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas.

Si el ombudsman se contaminó de indiferencia, ¿qué se puede esperar del país?, reflexiona el sacerdote.

El problema no surge por generación espontánea, sino que es parte de un proceso que empezó en la década de los años 90 dice Pantoja, cuando el gobierno dejó de mirar hacia sus pares de América Latina y se ancló al ferrocarril de Estados Unidos.

Con la integración económica también se aceptó la estrategia de contención migratoria al norte. Y eso se reflejó en los pueblos, parajes y caminos al sur de México.

“El rostro del Estado mexicano se volvió restrictivo y además aceleró las medidas durísimas que nosotros siempre peleamos en la Ley General de Población, los artículos relativos al migrante como invasor, como amenaza, como delincuente”, cuenta.

“Allí se fortalecen las políticas de persecución, se fortalece el INM como el cuarto oscuro de la restricción territorial”.

Elba Coria, de la Coalición Internacional contra la Detención, dice que si bien nunca se hizo público algún acuerdo entre la Casa Blanca y Los Pinos para cerrar la puerta a los migrantes, en el INM eso se daba por descontado.

“Había gente de las direcciones de control de verificación que tenían la idea de que debían evitar que los migrantes pasaran a Estados Unidos”, cuenta.

Todo eso se tradujo en acciones concretas como la Operación Sellamiento que el gobierno de Ernesto Zedillo implementó en 1998, para evitar el tráfico de drogas. Así, en pocos meses la frontera sur fue militarizada.

Sin embargo, los primeros en sufrir las consecuencias no fueron los narcotraficantes sino miles de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños que huían de la devastación del Mitch.

Un ejemplo de la violencia que desató el operativo ocurrió en Medias Aguas, recuerda Guillermina Peña. “Llegó el Ejército y empezó a tratar mal a los migrantes,  los correteaba, les daban golpes, maltratos, casi como tortura”, cuenta. “Si la gente protestaba la agarraban con uno y la verdad decidieron ya no meterse, por miedo”.

La instalación de retenes militares en las carreteras obligó a muchos  a buscar caminos alternos, casi siempre brechas en los cerros donde se encontraban totalmente desprotegidos.

Algunos vieron en este río humano una oportunidad de pesca, como ocurrió en las rancherías cercanas a Álvaro Obregón y Huehuetán, kilómetros antes de Huixtla. Los campesinos que al principio vendían comida y agua a los migrantes decidieron primero quitarles el dinero, y después como no hubo castigo pasaron a los golpes, abusos sexuales, asesinatos.

Un ex asesor de la Secretaría de Gobernación cuenta que el nivel de violencia en la zona era tal que fue necesario enviar militares para detener a los agresores.

“Tenían sus propios retenes, algunos hasta con jaulas para encerrar a la gente. En un ranchito encontraron bolsas y bolsas con ropa que les quitaban, nunca supe para qué la querían si estaba más rota y sucia que la de ellos”, recuerda.

Pero la Operación Sellamiento es sólo un pedazo de la historia, porque hay otros elementos en el camino al cementerio de migrantes que ahora somos, como Pantoja suele definir a México.

Gestapo

El sacerdote Flor María Rigoni presume que ha viajado por medio mundo: como miembro de la Congregación Misioneros de San Carlos Borromeo, más conocidos como Scalabrinianos, vivió con migrantes italianos en Alemania, fue electricista en un barco carguero y misionero en África, por ejemplo.

Pero en pocos países, como en México, se ha sentido más extranjero. “Me han obligado a quitarme la sotana, me aíslan de mis compañeros mexicanos, exigen papeles, papeles”, se queja.

Hace algunos años fue convocado a una reunión con el entonces secretario de Gobernación Santiago Creel, encuentro al que también asistió el fallecido escritor Gabriel García Márquez.

“Recuerdo que le dijo a Creel: el libro que me ganó el Nobel lo escribí en las largas, larguísimas horas que pasé en Bucareli para que me renovaran el permiso de estar en México. Y entonces voltea hacia mí y dice: ¿verdad padrecito que para nosotros escuchar la palabra Segob era como la Gestapo?”.

05
Foto: Moisés Zúñiga

Tal vez definir al INM como aquella corporación de seguridad alemana podría ser exagerado, pero miles de migrantes centroamericanos detenidos y deportados pueden pensar que el Nobel tenía razón.

Recientemente la organización Sin Fronteras documentó que en la estación migratoria de Las Agujas en Iztapalapa existe un cuarto llamado “El Hoyo”, donde los detenidos son encerrados como castigo por pelear o agredir a los agentes del INM. Se trata de un espacio pequeño donde sólo se puede estar de pie. Allí se quedan hasta por tres días.

Amnistía Internacional ha documentado que desde 2006 existe un promedio de doce denuncias al mes contra funcionarios y agentes del Instituto, acusados de violar los derechos de migrantes. Son sólo las que se conocen pues muchas más quedan en silencio.

Pero si hay estos abusos es porque durante décadas la anterior Ley General de Población criminalizó la migración irregular, apunta Elba Coria.

El artículo 123 de esta legislación establecía una pena de hasta dos años de prisión “al extranjero que se interne ilegalmente al país”, además de una sanción de cárcel a quienes mintieran sobre su situación migratoria.

Y el artículo 138 establecía que las personas que alberguen o transporten a extranjeros “con el propósito de ocultarlos para evadir la revisión migratoria”, podían ser encarcelados hasta por diez años.

Estos párrafos son fundamentales para entender otra parte del camino hacia el páramo de estos días. Agentes del INM amenazaban con detener a las personas que ayudaban a los migrantes, pues se aprovechaban de que la Ley no establecía los casos en que una persona pretende ocultar a un migrante o sólo le brinda ayuda. La interpretación quedaba a cargo del personal del Instituto.

Y no eran sólo amenazas. Hace algunos años Concepción Moreno Arteaga fue acusada de traficar con centroamericanos en la comunidad de El Ahorcado, municipio de Pedro Escobedo en Querétaro.

El único delito de doña Concha, como se le conoce, fue alimentar a los migrantes que llegaban en el tren. Los policías federales que la arrestaron dijeron que la mujer era “coyote”, como se conoce a los traficantes de personas en el país y por esta acusación permaneció dos años y medio en la cárcel.

Algo parecido estuvo a punto de ocurrir con Olga Sánchez, fundadora del albergue Jesús el Buen Pastor de Tapachula conoce de cerca la ambigüedad de esta legislación. Las primeras veces que llevaba a migrantes mutilados a su casa algunos policías municipales amenazaban con encarcelarla.

“Decían que era pollera, que iba a cobrar a los muchachos por cuidarlos. Yo respondía, ¿pero de dónde van a sacar dinero para pagarme? ¿Qué no ven que el tren les cortó una pierna?”.

En las comunidades de la frontera de Tabasco con Guatemala, cuenta Pedro Pantoja, el INM y la policía local establecieron un sistema de terror a quienes ayudaban a los migrantes. “La gente decía: tenemos miedo, nos amenazan, nos detienen por darles de comer”.

Así, los pueblos en la ruta migratoria al norte cerraron sus puertas a los migrantes. Aislados eran, son, aún más vulnerables.

Cosa fácil

Durante once años organizaciones pro derechos de migrantes presionaron para modificar la Ley General de Población, algo que se consiguió en noviembre de 2012.

Varios están inconformes con el nuevo texto, otros lo ven como un paso adelante. “Si le buscas algo malo lo encuentras”, dice Flor María Rigoni.

Nueva ley y los abusos no cesan, subraya la organización Sin Fronteras. Entonces el problema no era sólo la legislación.

Se han filmado películas sobre la tragedia en el lomo de los trenes cargueros, existen reportajes, documentales, libros, recomendaciones de organizaciones de derechos humanos nacionales y extranjeras pero los secuestros, abusos sexuales y extorsiones  se mantienen vigentes. El anonimato, pues, tampoco explica la violencia.

06
Foto: Prometeo Lucero

¿Cuál es el fondo del asunto? Ramiro Baxin dice que muchos mexicanos extraviaron la generosidad y ahora se concentran en sí mismos. Pedro Pantoja piensa que el país fue mutilado por las políticas neoliberales y el nuevo modelo de sobrevivencia económica.

Pero quizá la respuesta la tengan personas como José García. Era albañil en Las Choapas, Veracruz,  pero un día empezó a secuestrar hondureños porque era un trabajo sencillo y de muchas ganancias. Así se mantuvo hasta que la policía estatal le capturó en 2012. Recientemente escuchó su sentencia de 40 años de prisión.

Eso puede ser. Los migrantes son presas que están a la mano de los delincuentes y autoridades. No denuncian los abusos, y cuando lo hacen suelen ser deportados sin esperar a que culmine el proceso judicial.

Una costumbre casi nueva que cobró arraigo en el país: desde hace varios años, abusar del más vulnerable en México es cosa fácil.


Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor y la siguiente frase: “Este trabajo forma parte del proyecto En el Camino, realizado por la Red de Periodistas de a Pie con el apoyo de Open Society Foundations. Conoce más del proyecto aquí: enelcamino.periodistasdeapie.org.mx”


 

Once upon a time there was a country where those persecuted by dictatorships and violence found a home, its government fed the exiled and granted them nationality. A nation that provided peace to its Central American neighbors and defended, almost always by itself, the right not to take sides in a world at war. However that paradise was lost and now many compare it to hell itself. That country is Mexico, one of the world´s biggest immigrants’ graveyards.

Text: Alberto Nájar Photos: Prometeo Lucero, Ivan Castaneira, Héctor Guerrero, Moysés Zañiga   

In front of the old train station in Medias Aguas Town, Veracruz, there is a green house with worn out paint and tainted windows.

Right next to this house there are mango trees, next to the door the carcass of what was once a motorcycle. This one bedroom house is the same to another thousand houses in Veracruz and Mexico. To many Central Americans in an irregular migratory situation this worn out façade was the last thing they saw before being kidnapped.

Renwald Martin says he was going through the town with around twenty people from Honduras when a blue truck came from the back carrying three armed young men in the box.

They ran but a black vehicle arrived from the front also carrying men waving rifles and guns.

Medias Aguas downtown is a line of houses built along the train tracks. The main street also follows the train tracks.

It is, more or less, the only way out of town. The other way is going into the fields and yards, some of them on a little hill.

Some of the immigrants chose that way to escape from the ambush. Renwald was one of the first ones and managed to get away from the dogs that were sought after him.

I felt as though my heart was going to explode because of how fucking scared I was”, he recalls in a shelter in Tapachula, Chiapas before continuing his way back to Honduras. “The worst part was that everybody closed their doors on us, everybody went into their houses and were just looking out the windows as my friends were thrown into the trucks. I made it out of there because they decided to leave all of a sudden”.

[caption id="attachment_333" align="aligncenter" width="800"]01 Photo by: Prometeo Lucero[/caption]

Yes, everybody in town hid except the kidnappers… and a strong young man with a baseball hat and a “big black” rifle who was supervising the hunt. Is there fear, indifference or complicity in Medias Aguas? Maybe all of them, ponders Guillermina Peña Ayala, responsible for the last 8 years of El Buen Samaritano immigrants´ diner in this town.

Fear, because those who take Central Americans have also kidnapped their relatives. Some of them never made it back.

Indifference because the “strangers”, who have been arriving on the train or in between its cars for the last 25 years, have never been welcomed. They used to arrive in small groups but recently they arrive in hundreds.

And complicity because they went from being silent witnesses of the violence to participating in the kidnappings. “Now there is this situation in which people from the town are involved”, confesses Guillermina while she looks out of the windows of the dining room where she talks to the journalists, the tin roof and a bathroom barely covered by a curtain.

It is very sad because they have a job and a wage and it is not fair that people, who are fleeing their country out of necessity in order to provide a better life to their families, are deprived from whatever little they have”.

After the end of the interview, while she closes the door of the empty diner –it was Sunday and the train didn’t arrive- the woman peeps at a luxurious BMW car driving slowly by the shelter, which is in front of the new Veracruz State Police building, abandoned six months ago without even being inaugurated.

The silhouette of three youngsters, a girl among them can be seen through the tainted windows. The steel rims and the unblemished white painting contrast with the dust and the dead trees in the town. “We didn’t use to be like this”, Guillermina whispers.

It is true, Medias Aguas was not the immigrants hunting ground it is now, but La Arrochera in Huixtla wasn’t the rapists refuge that is nowadays neither, Apizaco, Tlaxcala didn’t use to be a spot to capture sexual slaves out of Central American women arriving on the train and San Fernando, Tamaulipas wasn’t the enormous illegal grave of immigrants now famous worldwide.

Mexico didn’t use to be like this. A few decades back, the country was a shelter for people exiled due to the violence of the dictatorships in South America, a country that rescued persecuted Guatemalan women and children and the place where some Central America peace treaties were signed.

What happened to us? How did we become the wasteland we are today?

Poison

Two fans barely keep the heat of noon at bay in Acayucan, Veracruz. Priest Ramiro Baxin Ixtepan smiles at the journalists’ discomfort. “In here it is cool, it is hotter in Medias Aguas”.

Yes, in Medias Aguas the weather is rougher, but not only because of the dust and the sun but also because of the violence toward Central Americans arriving on the train.

It isn’t justified, the priest clarifies, but to tell the truth the town never really had much in its favor. The community survives with no jobs, the crops are dead and they receive no help from the County´s government and even less from the State´s authorities.

For decades now, Central Americans have passed through Medias Aguas and, almost every time they found indifference from the neighbors acknowledges Brian, the man in charge of the San Andres de Tuxtla´s Discese of Pastoral de Movilidad Humana.

[caption id="attachment_334" align="aligncenter" width="800"]MEXICO Photo by: Iván Castaneira[/caption]

People never really became aware of foreigners and their living. They would sell things to them for two or three times their cost, they were aware about them in that way”.

Despite the indifference the neighbors aided immigrants and the opening of the diner and then a solidarity network among communities nearby, serves as an example. The violent atmosphere, from which the town would be known years later, didn’t exist back then.

That happened when “certain people started to introduce certain poisons” who took advantage of the fact that “it is a poor community, with little work and abandoned”.

That was how the violence started. First the neighbors from the southern part of town, where the train arrives, accused Central Americans of breaking into their houses to steal. Then, when Guillermina and her family started feeding the immigrants there were threats about burning the improvised kitchen next to the train station.

Tensions escalated quickly. One night the train arrived particularly crowded with Hondurans and Guatemalans, a truck carrying armed people appeared and took four immigrants to Campo Nuevo, a ranch next to Medias Aguas.

The next time the train stopped two trucks arrived. That time they took ten immigrants. Then they came back at noon and took fifteen. Some neighbors tried to intervene but they were beat up.

Next thing the owner of a grocery store in the northern part of town was “advised” not to call any attention and stop protesting. Days later a neighbor from Campo Nuevo was taken.

Then nobody said anything, they didn’t even called the police. Then some of them started hunting immigrants. Insecurity got so bad that the dioceses temporarily closed its Buen Samaritano Diner.

The kidnapping, beatings, abuses against the people traveling on the train rose. “It wasn’t talked about. It did happen but people would say: it doesn’t affect me. The moment this issue became public the situation changed”, acknowledges Baxin Ixtepan.

The violence diminished when Preist Alejandro Solalinde and other activists in pro of immigrants´ rights denounced the hell within this community. The Human Rights National Commission has documented several cases of abuse committed in this town.

The kidnappings then started taking place somewhere else. Nowadays they take place mostly in Campo Nuevo, 3 Kms to the east, where the kidnappers quickly take their victims to the highway communicating Acayucan and Coatzacoalcos.

The situation in Medias Aguas is a reflection of the rest of the country. The huge Central American wave after Hurricane Mitch in 1998 found Mexico barely overcoming a financial crisis from 1995, with an immigration to the north trend that surpassed the 600,000 people per year and a northern border sealed by the Guardian and Rio Grande Operations implemented by the White House.

In addition to the political violence there was a gradual increment in the street crime. In 1998, as an example, for the first time in history over a million crimes were committed and in only 2% of the cases an investigation and some kind of sanction were applied. From that moment the number has remained within those same parameters.

That was also the time of lynching presumed thieves and kidnappers on which Tv Azteca and Televisa had a feast. A country full of poor people that suddenly received thousands of even poorer and desperate people.

This mix explains the lack of solidarity from another time, says Priest Pedro Pantoja, Belen shelter´s director, Immigrants´ lodge in Saltillo, Coahuila.

This process affected everybody, even the Mexican catholic church´s upper echelon which, since back in the 90´s, started a direct campaign against liberation´s theology and the bishops and priests close to the poor people, specially those who aid the immigrants.

This absence of justice crawled into all the structures, the church, the universities, the political parties and society. Actually, when you fought against criminalization you didn’t know whom to fear the most, political structures or a society which was very cruel and collaborated with denounces and persecution of immigrants”.

The National Survey about Discrimination in Mexico 2010, the only one conducted until now by the Conapred (National Council for Preventing Discrimination) that addresses the immigrants issue, exposes that in the country there are several intolerance habits which have an impact in the application of the rights of people who are in an irregular migratory situation.

Seven out of every ten Mexicans, according to the survey, consider that foreigners cause society to divide, a fact that questions the image our country brags about beyond its borders.

The data directly contradicts the speech and image of a society that self-proclaims multi-cultural, hospitable and generous to those who come from the outside”, highlights the survey.

What is the reason for this double moral? Mexico´s soul is poisoned, answers Pedro Pantoja. A toxin that slowly took over the healthy part of the host, because some time ago the country was different. And just as in Medias Aguas, the national poisoning was kept silent until the first signs of agony started to show.

A light on the street…

The clearest evidence of the country´s transformation goes back to the 80´s.

Despite the fact that in the region of Soconusco, in the southern part of Chiapas, there has always been a constant flow of Guatemalans, the first big Central Americans wave to Mexico took place in 1982; when General Efrain Rios Montt led a coup in Guatemala and imposed a new military dictatorship, the bloodiest in that country´s recent history.

Almost immediately the Guatemalan army conducted the operation “Tierra Arrazada”, a military euphemism to mask the genocide against the Maya-Ixil people, who lived in Departamento de Quinche, near the Mexican border, and who were accused of protecting the URNG (Guatemala´s National Revolutionary Unit).

Over 46,000 people fled from the military siege and settled in Chiapas, where they created enormous camps in places like Frontera Comalapa, Flor de Café, Nueva Libertad or Pinar del Rio which, back then were Mexico´s farthest corner not only because of the distance from the capital but also because of the 100 years abandon of those lands.

The Guatemalan army went hunting into the refugee camps and then the Mexican government took action in a way that nowadays would seem incredible: besides protecting the refugees, the government offered them food, medical aid and then, it relocated thousands of them in Campeche.

[caption id="attachment_335" align="aligncenter" width="800"]03 Photo by: Moisés Zúñiga[/caption]

However the most important action was that the COMAR (Mexican Commission for Aid to Refugees) processed the migratory regularization of those who requested it and even helped many obtaining their Mexican nationality.

The support to the Maya-Ixil people was part of Mexico´s strategy who was, as an example, the main promoter in Central America´s appeasement process through Grupo Contadora, besides opening its doors to many Salvadorans and Nicaraguans fleeing their countries´ civil wars.

Before that, Mexico offered shelter the Chileans and Argentinians persecuted by military dictatorships.

Paradoxically, the solidary face the country showed to the rest of the world contrasted with its internal policy against social movements, reminisces Pedro Pantoja. Actually, back in those years the phrase “a light on the street, darkness at home” to define the country´s foreign policy.

This topic is well known by the priest, who during the 70´s and the 80´s was close to some insurgent movements in Central America, accompanied the Frente Sandinista de Liberacion Nacional first vist to Mexico and was part of the small group who witnessed the peace talks between the Farabundo Marti de Liberacion Nacional front (FMLN) and the El Salvador´s military.

Certainly many immigrants and refugees benefited from this two-faced official strategy, however, society itself didn’t use to feel invaded by foreigners.

Mexico allowed to reclaim one´s self, we were part of the social movements despite the fact that the horrible “Guerra sucia” had started”, he remembers.

It was a life lesson, also coming from the church, the theology of liberation, well-grounded church communities, a very advanced politicization from Christian movements and there was a much more open-minded university system that doesn’t exist nowadays”.

Everything has changed, and the date it broke down was November 3rd 1998, when Hurricane Mitch devastated Central America. “That is the starting point of the immigration repression curse”, explains the priest.

Operation Sealing

Father Pantoja´s cell phone interrupts the conversation. “I must take this one”, he apologizes and a minute later he starts smiling.

The most urgent items right now are rice, beans, oil and toilet paper, we´ve ran out of it… if there are eggs it´s fine, thank you, you don’t know how much I appreciate this” and he hangs up.

We were running out of groceries but thank God we have a very noble community which is always willing to lend a hand and look after us”, he explains.

The joy caused by the help to the Belen shelter contrasts with our previous conversation: the road that led Mexico away from its solidary heart toward immigrants and refugees to turn into what it is now, the country that “betrayed its history and became a savage persecutor of forced immigration, betraying even its national immigrants. Victims in the north, culprits in the south”, claims the priest.

  [caption id="attachment_338" align="aligncenter" width="800"]04 Photo by: Héctor Guerrero[/caption]

Mexico´s regression has come to a point in which even the Human Rights National Commission is involved in a severe controversy for the lack of assistance to the victims of the massacre of 72 immigrants in San Fernando, Tamaulipas.

If the ombudsman has been contaminated with indifference, what can we expect from the rest of the country? Ponders the priest.

This issue wasn’t born out of spontaneous generation. It is part of a process that started in the 90´s according to Pantoja, when the government stopped looking at its Latin American fellow countries and chained itself to the USA train.

Along with the economic integration, the immigration contention strategy was also accepted and that reflected in the towns, fields and roads in the southern part of Mexico.

Mexican state became restrictive and besides promoted the measures in the Ley General de Poblacion (General Population Act) that we have always fought against, the articles related to immigrants as the invaders, threats, criminals”.

That is where the persecution policies are reinforced, where the INM is enabled as the territorial restriction dark room”.

Elba Coria, from the Coalicon Internacional contra la Detencion, says that, even if an agreement between the White House and Los Pinos to close the door on the immigrants was never made public, at the INM it was taken for granted.

There were people at the control offices that had the impression that they had to keep immigrants from going to the US”.

It all translated in concrete actions as the Operacion Sellamiento, implemented by Ernesto Zedillo´s office in 1998 to avoid drug trafficking. That way, in just a few months the southern border was militarized.

Nevertheless, the first to suffer the consequences weren’t the drug dealers but thousands of Hondurans, Guatemalans and Salvadoran who were running away from Hurricane Mitch´s devastation.

One of the examples of the unleashed violence happened in Medias Aguas, reminisces Guillermina Peña. “The army arrived and started mistreating immigrants, chasing them, beating them up, almost torturing them”. “If the people tried to defend immigrants the army turned against them and, to tell the truth, they decided not to get in between because they were afraid”.

The installation of military checkpoints on the roads forced many to look for alternative roads, mostly paths into the hills where they found themselves completely defenseless.

Some realized this human river presented an opportunity to go fishing, as it happened in the ranches nearby Alvaro Obregon and Huehuetan, a few kilometers before Huixtla. The farmers, who at the beginning sold food and water to the immigrants, decided to take their money first and then, since there was no punishment, they started beating them up, sexually abusing them and assassinating them.

An ex-adviser from the Secretary of the Interior explains that the level of violence in the area was so high that it was necessary to send in the military to stop the aggressors.

They had their own checkpoints, some even had cages to lock people up. At one ranch, the military found bags full of clothes. I never knew the reason they wanted their clothes, the clothes were even dirtier and more torn apart than theirs”, he remembers.

However, Operacion Sellamiento is just one piece of the puzzle because there are other elements on the road to the immigrants´ graveyard we are now, as Pantoja usually defines Mexico.

Gestapo

Priest Flor Maria Rigoni brags about traveling half the globe: as a member of the San Carlos Borromeo Missionary Congregation, better known as Scalabrinis, he lived with Italian immigrants in Germany, was an electrician on a cargo ship and missionary in Africa, just to name a few.

However in very few countries he has felt as foreign as he does in Mexico. “I have been forced to remove my cassock, isolated from my Mexican fellows, demanded to present my documents”, he complains.

A few years ago he was convened to a meeting with the Secretary of the Interior Santiago Creel, a meeting that was also attended by the late writer Gabriel Garcia Márquez.

I remember he told Creel: the book that got me the Nobel Prize was written during the time I spent in the long, long lines in Bucareli in order to renew my permit to stay in Mexico. Then he turns to me and says: Isn’t it right father that, to us, listening to the word SEGOB is the same as listening the word GESTAPO?”

[caption id="attachment_346" align="aligncenter" width="400"]05 Photo by: Moisés Zúñiga[/caption]

Perhaps defining the INM as that German Security Corporation would be exaggerating. Nevertheless thousands of detained and deported Central American immigrants might think the Nobel Prize winner was right.

Recently, the Sin Fronteras organization documented that at the Las Agujas immigration station in Iztapalapa there is a room named “The Hole”, where the detained immigrants are locked as a punishment for fighting and attacking INM´s agents. It is a small space where you can only fit while standing up. They are kept there for up to three days.

Amnesty International has documented that since 2006 there is an average of twelve denounces every month against public servants and INM agents, accused of violating the immigrants´ rights. Those are the ones that are known, the rest remain in silence.

If these abuses take place, is because for decades the previous General Population Act criminalized irregular immigration, points Elba Coria.

This legislation´s article 123 established a penalty of up to 2 years of prison “to the foreigner who enters the country illegally”, besides additional sanctions to those who lie about their migratory situation.

The article 138 established that those who offer shelter or transportation to foreigners “with the purpose of hiding them or evading the immigration revision”, could be incarcerated for up to 10 years.

Those paragraphs are fundamental to understand the other part of the road that led to our current wasteland. INM´s agents threatened with arresting those who aided immigrants, taking advantage of a law that did not establish the cases in which a person pretends to hide an immigrant from the cases where they just offer to help. The interpretation was left in the hands of the Institute´s personnel.

They weren’t just threats. A few years ago Concepcion Moreno Arteaga was accused of smuggling Central Americans at the El Ahorcado community, Pedro Escobedo County in Queretaro.

A.K.A Doña Concha´s only crime was feeding the immigrants coming on the train. The Federal policemen who arrested her claimed she was a “Coyote”, as the immigrants´ smugglers are known within the country and, based on that accusation she remained incarcerated two years and a half.

Something similar was about to happen to Olga Sanchez, founder of the Jesus el Buen Pastor Shelter in Tapachula. She is well versed in the ambiguity of this legislation. The first times she took mutilated immigrants to her house some County policemen threatened with arresting her.

They said I was a “Pollera” and that I was charging those men for taking care of them. My answer was: Where are they going to get money to pay for it? Can’t you see the train cut his leg off?

In the communities at the Tabasco--Guatemala border, according to Pedro Pantoja, INM and local police established a terrorizing system against those who aided immigrants. “People would say: we are afraid, they threaten us, and we are detained for feeding them”.

That way, the towns on the migratory route closed their doors on immigrants. Isolated immigrants were, are, even more vulnerable.

Easy piece

For 12 years, pro-immigrant rights organizations pushed to modify the General Population Act, in November 2012 they achieved it.

Many of them are not pleased with the new text, others see it as a step forward. “If you look for something bad in it you will find it”, says Flor Maria Rigoni.

A new law but the abuses continue regardless, highlights Sin Fronteras Organization. So the problem was not only the Act.

Movies have been filmed about the tragedies taking place on top of the cargo trains, there are articles, documentaries, books, and advices from national and international Human Rights organizations however the kidnappings, sexual abuses and extortions still continue. Anonymity doesn’t explain the violence either.

[caption id="attachment_337" align="aligncenter" width="800"]06 Photo by: Prometeo Lucero[/caption]

What is this issue´s hard bottom? Ramiro Baxin says many Mexicans lost their generosity and now focus on themselves. Pedro Pantoja thinks the country was mutilated by neo-liberal politicians and the new economic survival model.

However, people like Jose Garcia might have the answer. He used to be a bricklayer in Las Chopas, Veracruz, but one day he started kidnapping Hondurans because it was a simple job with a big profit margin. He did it until the State Police captured him in 2012. Recently he received a 40 year sentence in prison.

That might be it. Immigrants are prey ready for the taking by criminals and authorities. They don’t denounce the abuses and, when they do, they are usually deported without being able to stay long enough for the process to be completed.

A new custom that has rooted in the country: for a few years now, taking advantage of the most vulnerable in Mexico is easy piece.

 

Reproduction is authorized as long as the author, the text and the following are clearly quoted “This article is part of the project En el Camino, produced by red de Periodistas de a Pie with the support of Open Society Foundations. To find out more about this project visit: enelcamino.periodistasdeapie.org.mx”


 

Alberto Nájar

Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service. Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Integrante de la Red de Periodistas de a Pie, editor de En el Camino.


Prometeo Lucero

Prometeo Lucero

Fotoperiodista freelance enfocado en temas de derechos humanos, migración y medio ambiente. Ha colaborado con La Jornada, grupo Expansión, Proceso, Desacatos, Biodiversidad Sustento y Culturas, Letras Libres, Variopinto, agencias Latitudes Press, Zuma Press, AP y Reuters, entre otros. Sus fotos aparecen en los libros 72migrantes (Almadía, 2011), Secretaría de Educación Pública (2010); Altares y Ofrendas en México (2010); Cartografías Disidentes (Aecid, 2008). Ha publicado los libros "Dignas: Voces de defensoras de derechos humanos" (2012) y "Acompañando la Esperanza" (2013). Finalista en los concurso"Rostros de la Discriminación" (México, 2012) “Los Trabajos y los Días” (Colombia, 2013) y “Hasselblad Masters” (2014).


Moysés Zuñiga Santiago

Moysés Zuñiga Santiago

Fotoperiodista chiapaneco interesado en la lucha de las comunidades indígenas y en el proceso migratorio en la frontera sur del País. Colaboro en La Jornada, AP, Reuters y AFP. Mi trabajo fue expuesto en la Universidad de Nueva York en los años 2010 y 2013. Me encontré con jóvenes como yo cruzando una frontera en busca de una oportunidad, llevando a cuestas historias de vida que me invitaron a caminar con ellos. Por eso hago este trabajo, quiero visibilizar una situación de extrema violencia que podría no ser y podría no cobrar vidas.


Ivan Castaneira

Fótografo y documentalista freelance, ha colaborado con varias agencias de noticias y ONG's, estudió diseño en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM y actualmente cursa la maestría en Cine Documental en el CUEC-UNAM.


Héctor Guerrero

Hector Guerrero
Es fotoperiodista Mexicano ha participando en festivales como el festival internacional de fotoperiodismo Visa Pour L´ Image en Perpignan Francia, Festival de fotografía latinoamericana en Paris Francia.. Becado por la Sociedad Interamericana de Prensa para realizar un proyectoDocumental y participar en el Máster de fotoperiodismo avanzado, donde trabajo bajo la tutoría de María Mann. 2003. Beca del Fondo y del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco con el documental Sur-Independencia-Norte 2008.
Nominado por la región México, Centroamérica y El Caribe para el Joop Swart master class de World Press Photo 2012. y 2014
Becado por la fundación Pedro Meyer y la Fundación World Press Photo para el diplomando de fotonarrativa y nuevos medios 2012
Beca Jóvenes creadores de FONCA edición 2013-2014
Beca-Jalisco Proyecta 2014
Premio Photofest-2014
Ha participado en varios proyectos relacionado con la migracion en méxico como el libro 72 migrantes.
Actualmente es fotógrafo de la agencia Internacional France Presse basado en México y desarrolla un proyecto personal sobre el impacto ambiental que ocurre en su País