Si te matan, vuelves al mundo como mariposa

Viridiana, una adolescente hondureña de 15 años, tiene tres primos menores de edad que huyeron de su país antes de que la Mara los matara.  Ellos se fueron a Estados Unidos y ella prefiere resistir aquí, aunque no siempre se pueda.

Vive en el Sector Rivera Hernández, la zona más peligrosa de San Pedro Sula, la ciudad más violenta del mundo. Organismos civiles dan cuenta de ello: el Observatorio de la Violencia de Honduras señala que por cada 100 mil habitantes, 187 mueren asesinados, veinte veces más que el “estándar mundial de tolerancia” de homicidios, que es de 8.8; el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal dijo que en el 2013 San Pedro Sula cumplió su tercer año encabezando la lista de las ciudades más violentas del mundo.

Y es que ahí cohabitan y controlan pandillas como la Mara Salvatrucha 13 y La Barrio 18. La violencia es tal que las calles están separadas por paredes metálicas para evitar la muerte.

“Hay muchas personas que se van del país o de la colonia por temor a las Maras o las amenazas que a veces recibimos. Es que son bastantes Maras, son como 18 pandillas que se dividen por una cuadra nada más”, cuenta Viridiana.

A la jovencita le mataron a un primo de 17 años que era “marero” y los tres que le quedaban huyeron del país antes de que también les quitaran la vida.

–¿Te has sentido amenazada?

–Ufff, si…es que en mi familia sí se vive lo que son las maras. Me da temor cuando voy al colegio de que me va a pasar algo. Uno va con temor en la calle.

Viridiana asiste al centro educativo Paso a Paso, dentro del sector Rivera Hernández donde los niños conocen el arte, la literatura, las ideas de grandes humanistas del mundo y, sobre todo, aprenden respeto, afirma la coordinadora de ese centro, Silvia Heredia Martínez. Es un Oasis dentro del sector Rivera Hernández que también está bajo acoso de los criminales.

Para llegar hasta ahí la chica sortea los cotos de poder de las pandillas. Una vez que cruza la puerta ve imágenes y lee frases en las paredes del pacifista hindú, Mahatma Gandhi; del luchador social brasileño, Chico Méndez, y de las hermanas Mirabal, mártires de República Dominicana que usaban el nombre secreto de Las Mariposas en su disidencia contra el dictador Rafael Trujillo.

“Las hermanas Mirabal son grandes ídolos para mí porque lucharon por algo que valió la pena. Las mataron pero siempre se les recuerda, fue algo bien bonito lo que hicieron. Nos dejaron la lucha para nosotras”, dice Viridiana.

Su explicación de lo que hay pintado en los muros de Paso a Paso es un recorrido de paz y libertad. Dice que si matan a alguien de sus compañeros, “volverá en forma de mariposa”.

Viridiana y sus compañeras tienen su propio muro donde están representadas por una máxima del feminismo: “lindas libres y locas (Mujer, ni sumisa ni devota)”.

Pero hay otro muro que es el más importante de todos: el dedicado a Engie Guevara, que volvió al mundo como mariposa. Fue asesinada el 5 de septiembre de 2012 a pedradas detrás de su escuela por miembros de la Mara 18.

“Engie Guevara venía aquí al programa, vino casi como un año y medio. Era mi mejor amiga, a ella la mataron. Tenía 16 años. La mataron en el colegio donde nosotros estamos. Era una chavita que le gustaba el estudio, se llevaba con todos, era bien inteligente pero a la misma vez, si usted la insultaba, ella lo insultaba más.”

A sus 15 años, Viridiana se siente cansada de enterrar a tanta persona y de verlos partir por la violencia.

Javier Canales, integrante del Observatorio explica la relación entre la violencia y la migración forzada:

“No hay un dato exacto de cuántas personas reciben la visita de un grupo que dice: `les damos 24 o 48 horas para que abandonen su vivienda´. Y tal vez, con las dificultades que hay en este país, les haya llevado una vida hacerse de esa vivienda.  Por otro lado, hay un montón de casos que por una u otra circunstancia terminaron en conflicto con un grupo y a la persona le tocó irse y dejar a la familia. Está bastante claro que es una especie de sorteo”.

Por esos motivos, Viridiana no estará más en Honduras. Como parte de un programa de testigos protegidos, saldrá de los muros de ensueño de Paso a Paso, de su casa y de su sector Rivera Hernández al que a pesar de todo ve como un hogar.

Ella prefiere resistir, aunque no siempre se pueda. Huirá de su país, como sus primos, para salvar su vida. Viajará cuanto antes con su madre en autobús esperando que el gobierno de México les de libre tránsito y finalmente puedan quedarse por tiempo indefinido en una ciudad fronteriza del norte.

Volar hacia el norte. Una esperanza sostenida en alas de mariposa, que tal vez no pueda cumplirse.