Atrapados en La Rumorosa


noviembre 21, 2018

En Tijuana, el tiempo se alarga para los migrantes que esperan al resto de la Caravana Migrante, que se quedaron atorados tres días en Mexicali. El grupo, de mil 500 migrantes, salió finalmente este martes rumbo a la última frontera […]

Por: Javier García

Atrapados en La Rumorosa

En Tijuana, el tiempo se alarga para los migrantes que esperan al resto de la Caravana Migrante, que se quedaron atorados tres días en Mexicali. El grupo, de mil 500 migrantes, salió finalmente este martes rumbo a la última frontera […]

Por: Javier García


En Tijuana, el tiempo se alarga para los migrantes que esperan al resto de la Caravana Migrante, que se quedaron atorados tres días en Mexicali. El grupo, de mil 500 migrantes, salió finalmente este martes rumbo a la última frontera con Estados Unidos. Pero el recorrido de 180 kilómetros que separan a las dos ciudades se convirtió en un viacrucis, ante la indiferencia de los transportistas y la ausencia de las autoridades

Texto y fotografías: Javier García

MEXICALI, BAJA CALIFORNIA.- La limpieza del parque Gina es lo primero que se realiza antes de caminar. Durante tres noches ese parque fue el albergue para la Caravana Migrante que llegó a esta ciudad, donde el clima extremo del desierto baja los ánimos y el miedo a la inseguridad se instala en los pensamientos, sobre todo de las madres que viajan solas con sus hijos. Ahora, Tijuana los espera.

A las cinco de la mañana de este martes 20 de noviembre los refugiados inician un camino de 180 kilómetros a través del desierto californiano. Las noches en Mexicali con frías noches y deben salir a la carretera a esperar “raite” o juntar los 150 pesos para el pasaje. A diferencia de otros estados del país, aquí ningún tráiler o camión se detiene. Los choferes siguen su camino sin voltear ver la fila de caminantes. El tiempo avanza y el sol empieza quemar.

En algún momento de la mañana aparece un puesto de tacos de carnitas. La fila es enorme. Se da preferencia a mujeres y niños de rostros quemados, cansados. Muchos se abarrotan sobre el tinaco de agua. La temperatura marca 30 grados centígrados y 9 por ciento de humedad, entrando a Tecate.

Ocho horas después de caminar llegan al punto de revisión militar “Cintinela” que se encuentra a 47 km de Mexicali (apenas la cuarta parte del camino). Al mediodía, a este punto solo han llegado 100 personas de una columna de mil 500 que salió de Mexicali, según las cuentas del gobierno municipal tijuanense.

A lo lejos se mira la inmensa cordillera que compone La Rumorosa, una zona montañosa de grandes rocas, innumerables curvas y un clima extremo (frío que cala y calor que quema).

A las 4 de la tarde empieza a llegar una menguada caravana de no más de 300 personas. Se arremolinan en torno a un tráiler que se detiene y suben presurosas. Pero minutos después tendrán que bajar. El chofer se detiene y desaparece. Y así una y otra vez: el raite esperado no llega.

El camino sigue, hay pocos niños. Es notable también la ausencia de la Comisión de Derechos humanos estatal, de autoridades municipales y estatales, de organizaciones que habían venido acompañando a los migrantes, como Pueblos Sin fronteras.

El grupo avanza lentamente y a pasos forzados. Los refugiados caminan solos en una carretera desconocida para la mayoría y que cruza el desierto.

Una mujer no puede parar de vomitar y dice que tiene un fuerte dolor de cabeza; se desvanece en los brazos de su compañero y se niega a seguir.

 

La indiferencia de transportistas marca el ritmo de este tramo.

A las 7 de la noche, aparece un tráiler en la caseta de Tecate para entrar a Tijuana, y por fin un grupo tiene suerte: el conductor se detiene, es el único en todo el día que voltea a mirar la fila humana en la carretera. El tráiler, diseñando para transportar autos, ahora lleva cerca de 150 personas. Los refugiados piden un cigarro, una poca de agua, un suéter para el frío, un taco.

Dos horas después, desde lo alto del vehículo los migrantes miran el tintineo de las luces, a lo lejos, y preguntan si es Tijuana; por fin, después de 14 horas de caminar en el desierto, han llegado a la ciudad donde la avanzada de la Caravana llegó hace varios días.

Pero el resto de los migrantes que venía de Mexicali, un millar aproximadamente, no tuvo la suerte de este grupo y se quedó atrapado en La Rumorosa hasta las 10 de la noche, cuando 10 autobuses que nadie sabe quien envió llegaron a recogerlos para llevarlos a Tijuana.

Oficialmente no hay información sobre este grupo, ni sobre un migrante hondureño que habría muerto atropellado en ese trayecto. De ese migrante, el cuarto que muere desde que la Caravana llegó a la frontera con México, solo hay un parte policiaco:

“Siendo las 20.17 horas, es reportado por medio de la línea de emergencias 911, que en la AUTOPISTA TECATE TIJUANA KM 122 de la colonia MIGUEL ALEMÁN, al parecer habían atropellado a una persona. Siendo las 20:42 horas, personal de ambulancias de la autopista AMEC, confirmó a masculino de 17 años de origen hondureño con ausencia de signos vitales, múltiples fracturas, quemaduras por fricción y trauma en abdomen. Se desconocen datos de responsables. Es la información al momento. Se le notificó a CISEN y General de Gobierno”.

Mientras tanto, en Tijuana, los migrantes permanecen aburridos en el deportivo Benito Juárez. Esperan la llegada de sus compañeros para lidiar con su proceso de petición de asilo en Estados Unidos. Pero el tiempo es largo. Unos ya cumplieron cinco días ahí y han enfrentado muestras de hostilidad de algunos tijuanenses.

Otro día más de espera, otro día más de incertidumbre.

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